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10.02.2014

La renuncia de Benedicto XVI significó una «humanización» del Papa

El 11 de febrero de 2013, el Papa Benedicto XVI anunció la decisión de renunciar a su pontificado. Hacía 600 años que ninguno de sus predecesores tomaba una decisión similar. El ahora Papa emérito, ilustraba con estas palabras su renuncia “con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.

Un año después de esa importante fecha para la Iglesia, hemos preguntado a Javier Oñate, director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral IDTP, sus impresiones ante este gesto de Benedicto XVI
Para Oñate, la renuncia de Benedicto XVI significó una «humanización» del Papa, de su reconocimiento público de que ni física ni psíquicamente se encontraba a la altura de los retos que tiene la Iglesia planteados supo concluir que lo sensato era poner punto final a su ministerio. También un ejemplo de libertad y desapropiación del cargo. Sin olvidarnos de lo que su gesto supuso de puesta en cuestión de la línea seguida en Roma en los últimos tiempos
El 13 de marzo de 2013, Francisco fue elegido nuevo Papa ¿Qué cosas han cambiado en la Iglesia en este último año?
Lo más evidente: el estilo cercano, popular, pastoral y austero que el papa está impulsando. Un acento de la participación de todos: la consulta para el Sínodo de la familia. Una cuestión de lugares, de los que recordare Lampedusa, Santa Marta, el correccional de jóvenes del Jueves Santo. La apuesta por la descentralización y las iglesias locales. El acento en la necesidad de proceder mediante el «discernimiento». Y, por supuesto, los pasos en la reforma de la Curia.
¿Considera que el Papa actual dejará de sorprendernos en algún momento? ¿Se está exponiendo demasiado en poco tiempo?
Me gustaría que los cambios, que creo que seguirán llegando, vayan produciéndose a consecuencia de la aplicación de la Evangelii Gaudium. En mi opinión es un texto de onda larga y cuyas claves, si se toman en serio, podrían poner en marcha un cambio de ciclo eclesial realmente histórico. ¡Qué así sea!