El centro Don Bosco de Medellín ha rehabilitado a 280 menores de la guerrilla

En la frontera de Congo Ruanda y Burundi, Goma, era y es un espacio impresionante y Honorato Alonso, un salesiano burgalés desde la escuela politécnica, ya que él es un ingeniero electrónico, fue afrontando y dando pasos en la atención de todos los refugiados y desplazados por los conflictos de la zona…  Hoy ya son dos presencias salesianas las que hay en Goma. Desde el principio tanto por la amistad personal, como por la acción institucional seguí y sigo el proyecto y les acogimos cuando el que era su director en el 2008, Mario Pérez, vino a recoger el premio Unicef España al proyecto internacional.
¿Cuál es la realidad social de los niños acogidos en el Centro Don Bosco Ngangi de Goma?
La conflictividad de la zona hace que haya un constante movimiento de desplazados y refugiados con todo lo que eso conlleva. El fenómeno de niños soldados es un aspecto de los muchos problemas de toda índole que se amontonan y multiplican constantemente para poder sobrevivir allí.
En el año 2000 se formó una comunidad salesiana para el proyecto y en estos momentos, Honorato, está tratando de hacer una casa de acogida a unos Kilómetros de la ciudad, junto a un lago. Todo va surgiendo como respuesta a los retos que la vida y la población deben afrontar.
¿Los salesianos acompañan a niños soldado de otros lugares del mundo?
Cuando trabajaba en cooperación internacional los proyectos de Colombia del «Juan Bosco Obrero» en la capital y el «Patio Don Bosco» en Medellín eran muy activos. Gracias a este proyecto se han rehabilitado 280 menores, en diez años. Por cierto, esta misión trabaja mucho con niños de la calle y acuden todos los veranos jóvenes voluntarios de “Juventud Vasca Cooperante”. Aunque no fueron niños, fue también muy interesante el trabajo que se realizó con soldados de UNITA en Lwena, (Angola).