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11.04.2017

Llamamiento para la colecta de los cristianos a favor de Tierra Santa

El cardenal Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, ha escrito un mensaje dirigido a los obispos de todo el mundo con motivo de la colecta Pro Terra Santa de este año. En ella Sandri explica como “cada día los cristianos en diferentes regiones de Oriente Medio se preguntan si quedarse o emigrar: viven en la inseguridad o padecen violencia, tal vez, por el único hecho de profesar su fe y la nuestra”. Es por ello, que la Iglesia Universal hace llegar cada año la tradicional ayuda a través de la recogida de fondos el día de Viernes Santo llegados de todas las diócesis del mundo.

El cardenal Leonardo Sandri, explica que la pequeña presencia cristiana en Oriente Medio necesita sentir el apoyo y la cercanía de toda la Iglesia. “Un apoyo que consiste en la oración constante por ellos. Un apoyo que también se realiza mediante la ayuda económica concreta”. El prelado resalta que “gracias a la generosidad de toda la Iglesia, que se concreta y se manifiesta también en la colecta del Viernes Santo, las comunidades católicas de Tierra Santa, tanto la latina de la diócesis patriarcal de Jerusalén, de la Custodia franciscana y de otras circunscripciones como las orientales –greco-melquita, copta, maronita, siria, caldea, armenia– con las familias religiosas y los organismos de toda clase, podrán a su vez ayudar de forma específica a los pobres y los que sufren de cualquier etnia o creencia, sin distinción”. En este enlace está el Informe resumen de la Custodia de Tierra Santa sobre los proyectos y actividades realizados con la colecta 2015/2016.
“Las parroquias -concluye Sandri en su mensaje– continuarán su servicio pastoral con atención especial a los pobres; las escuelas serán lugar de encuentro entre cristianos y musulmanes para preparar juntos un futuro de respeto y de colaboración; los hospitales y los ambulatorios, las residencias y los centros de reunión seguirán acogiendo a los que sufren y a los necesitados, a los desplazados y a los refugiados, a personas de cualquier edad y religión afectadas por los horrores de la guerra. Nos interpelan cada día y no podemos olvidar los rostros de miles de niños y jóvenes en edad escolar, huidos de la violencia y la persecución en Siria y en Irak, que han sido acogidos en las escuelas cristianas de los países vecinos gracias a nuestra colecta.