Francesc Torralba: “La pastoral de juventud nos exige imaginación y riesgo”

¿Qué valor tiene un Sínodo sobre juventud?
Al menos es un gran pretexto para detenerse y pensar. Luego, naturalmente, hay una Exhortación post sinodal del Papa, que recoge el estado de la cuestión. Se trata de una especie de radar de lo que se ha dicho y luego viene su aplicación. Tiene que ser distinta en los diferentes contextos. Pero, el primer momento de pararse, contemplar lo que hay y tratar de hacer un diagnóstico que sea lo más adecuado posible me parece muy importante. Sobre todo, porque observamos que nuestra Pastoral de la Juventud fracasa sistemáticamente, cuanto menos en Cataluña. Resulta muy difícil llegar a ellos. Quizá porque no sabemos dónde están, quizá porque nos resulta difícil comprender sus modelos, sus arquetipos, su lenguaje… Esto nos exige imaginación y arriesgar. Lo que no puede ser es mantenerse en la autopista cuando no hay nadie. Por tanto, exige ver qué puede generar el espacio inter sección en el que ellos están y en el que el Evangelio puede ser significativo. No es fácil, pero sin embargo no es imposible. Hay personas que son capaces de establecer este nexo entre los deseos de los jóvenes y lo que el cristianismo propone. Para esto hay que escucharles y no ir con estereotipos o tópicos.
¿Dónde están?
En otra realidad. Yo tengo cinco hijos y cuando entras en el universo de su habitación observas su pequeño politeísmo y sus relaciones. Y yo estoy en la habitación de al lado con otras liturgias. El tema es encontrar el punto de encuentro, que antes era el comedor. Sin embargo, en la actualidad los jóvenes raramente comen o cenan con sus padres., A veces son vidas paralelas cobijadas bajo un mismo techo por lo que hay que buscar puntos de encuentro, Acercarse con sus ídolos y lenguajes y que tengan semillas de verdad que puedan conectar con el Evangelio.
Ayer habló sobre hospitalidad. ¿Entender el mundo como una gran familia?
Tratar al otro como hermano. La fraternidad es clave. Tiene unas raíces inequívocamente cristianas. Tratar al otro como hermano significa acogerle incondicionalmente, es el imperativo de la hospitalidad y estamos muy lejos de eso, pero creo que merece la pena trabajar para que se haga progresivamente realidad.