«La misión compromiso y esperanza»
Con el ánimo de «impulsar la dimensión misionera», ayer se organizó este acto en el que los participantes fueron narrando su experiencia y compromiso personal. Desde su discernimiento antes de tomar la decisión de partir, hasta sus impresiones a la llegada, sus vivencias allí y también qué papel jugó la experiencia propia de Jesús, en la experiencia de la misión.
Participaron Aitor Esteban, presbítero de la diócesis de Bilbao, que actualmente realiza su tarea pastoral en Barakaldo y fue misionero en El Salvador, tres años, y en Alto Trujillo–Perú, quince. También Consuelo Pillajo, religiosa Marianita de Ecuador y misionera en Kaikor-Kenia. Judith Pereda, laica, misionera en Los Ríos, Ecuador, durante 3 años, que ahora trabaja en la Asociación Zubietxe, Alberto Minguez, laico, que tras realizar el curso Norte Sur, participó en una experiencia de verano en Riobamba y ahora trabaja en Fiare, Banca Ética y Esti Durán, laica con encomienda pastoral, que hace años también realizó el curso Norte Sur y participó en una experiencia de verano en Kaikor-Kenia.
Compromiso y testimonio
Todos ellos y ellas fueron desgranando su proceso de discernimiento inicial «una opción fuerte que genera vértigo», decía Aitor. «Un proceso de fe con los franciscanos y la opción por los pobres», resaltaba Judith.
Alberto remarcaba «los valores que le transmitieron desde la familia, que van calando en el día a día sin casi darte cuenta» y puso en valor el curso Norte-Sur «para mí -dijo- fue un acompañamiento importante». Esti Durán se animó a ir a Kaikor tras conocer el testimonio de las religiosas Marianitas Consuelo y Matilde, como Voces del Sur «Algo se movió dentro de mí. Sentí una llamada, sobre todo por el testimonio de las Voces del Sur».
De su llegada a los diferentes destinos, coincidieron en destacar el enorme contraste «a todos los niveles» que se encontraron nada mas llegar «esa parte de conectar con el ser diferente», «lo que sientes cuando todo el mundo te mira o incluso te tocan la piel por si estas pintada». Al llegar -con otra tres compañeras-, recordaba Esti que las llamaban «Musungu», «Blanca extranjera».
Consuelo destacó que a ella le impresionó la enorme pobreza y la falta de recursos, al conocer Kaikor.
La sensación de calor, el contraste con lo vivido hasta entonces, pero también la cercanía de la gente, o el sentimiento de privilegio con el que vivimos aquí, fueron otras de las cosas que ayer iban resaltando los ponentes.
Las experiencias vividas por cada uno de ellos y ellas han sido muy diferentes, pero también con muchos puntos en común. Experiencias que les han aportado muchas cosas positivas a sus vidas.
Y, al regreso… «Compartir con quienes vienen de otras latitudes», «coherencia personal», «denunciar las injusticias», «trabajar por una economía diferente», «la misión también esta aquí», «Ser conscientes de que los problemas de un sitio afectan a otros lugares, tenemos que cambiar la mentalidad en el consumo», «de qué manera puedo vivir yo la misión…»
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