Tras la primera parte informativa, el obispo Joseba Segura presidió la eucaristía en la que el seminarista Patxo Ateca, recibió el ministerio del acolitado. En su homilía, señaló que el acolitado es, ante todo, «una escuela de humildad. En el servicio al altar -dijo- aprendemos que la grandeza no está en que otros nos sirvan, sino en servir nosotros. Cristo mismo nos enseñó esto cuando se ciñó la toalla y lavó los pies a sus discípulos».
«El altar -prosiguió- es el centro de la vida de Cristo para su Iglesia, el lugar donde se actualiza el misterio pascual. Servir en este espacio sagrado significa acercarse al misterio con reverencia, preparando todo con cuidado para que la comunidad pueda participar dignamente en la Eucaristía. Es escuela de gratuidad, de hacer las cosas bien sin buscar reconocimiento. El acólito está junto al altar, pero viene del pueblo. Es, por tanto, un puente viviente entre la asamblea y el misterio que se celebra. Patxo, en este ministerio aprenderás a ser este puente que ayuda a la comunidad a acercarse a Cristo presente en la Eucaristía. Y aprenderás también que esa Eucaristía debe ser sabiduría y fuerza para reconocer y servir a Cristo en la gente sencilla».
También se refirió a la formación de Patxo en el Seminario «te está preparando no solo intelectualmente, sino espiritualmente para el servicio. Cada día de estudio, cada momento de oración, cada experiencia comunitaria es parte de esta preparación. El acolitado que recibes hoy es fruto de esta formación y, a la vez, un nuevo escalón en tu crecimiento vocacional».
