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22.01.2018
El obispo agustino bilbaíno, desde la selva amazónica de Perú

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El Agustino bilbaíno, Mons. Miguel Olaortua, reside en Iquitos, en la selva amazónica, uno de los lugares que ha visitado el papa estos días. El religioso participó en el encuentro que tuvo el papa con los obispos donde les pidió “que no se nos pegue la plata”. Ha vivido la visita “intensamente” y ha tenido ocasión de asistir a más de un encuentro con el pontífice junto a unos indígenas, catequistas y animadores pastorales del Vicariato de Iquitos.

Ha estado cerca del Papa ¿Han sentido su cercanía al pueblo?

Los obispos del Perú hemos estado presentes en todos los actos oficiales y ha sido para nosotros un motivo de alegría poder acompañar al Papa en esta visita. Es muy cercano y te hace sentir verdadero hermano en el episcopado.
Hemos visto a un Papa algo cansado en algunos momentos, pero lleno de ternura y paternidad. Es lógico ya que tiene 81 años. Pero el contacto con la gente le revitaliza. Le cuesta subir al estrado, pero cuando está arriba y tiene ante sí a un millón y medio de personas, como esta tarde en la Misa de Lima, se enciende y anima. Habla claro y sin miedo, pero no para condenar, sino para invitar a la reflexión y a la conversión
Personalmente, he vivido la Visita del Papa muy intensamente.

¿Cuál es la impresión de la población nativa tras la visita?

Gracias a la Fuerza aérea del Perú, fuimos un avión de indígenas y catequistas o animadores pastorales del Vicariato de Iquitos y del de San José del Amazonas. Esta localidad es la capital de la Región Madre de Dios en la selva amazónica. Es una localidad relativamente pequeña, de unos 140 mil habitantes, en su mayoría no oriundos sino trabajadores de la minería ilegal. La población nativa es muy reducida. Hay también mucha trata de personas, contaminación de los ríos, explotación sexual infantil, drogadicción, incomunicación de pequeñas comunidades… Por eso el Papa ha querido hacerse presente en esta localidad. Una representación de los casi 5000 indígenas presentes, presentaron al Santo Padre sus inquietudes. Fue un acto sencillo pero emotivo, lleno de color y fiesta, pero también de discursos, acusaciones y súplicas para que el Papa interceda por sus necesidades ante la comunidad mundial y sus responsables.

¿Cómo han preparado la visita los obispos?

Cuando estuvimos en mayo en Roma para la visita ad Limina Apostolorum, el Santo Padre nos prometió que vendría Perú en breve. Efectivamente, a los pocos días, se hizo pública la noticia de su venida en estos días de enero, procedente de Chile, la primera etapa de este viaje apostólico. Tres días ha estado en cada país. En Chile parece ser que ha habido bastante tensión e incluso algunos altercados. Aquí, el Papa se ha ganado a los peruanos y los peruanos han sabido cautivar el corazón del Vicario de Cristo, especialmente los indígenas del norte del País.

En los días previos nos reunimos con el Cardenal Humes, presidente de la REPAM para preparar una lluvia de ideas para el sínodo de la amazonía que tendrá lugar en octubre del 2019. Con el Papa llegó el Cardenal Baldisseri, secretario del Sínodo de Obispos, quien recogió el trabajo de los días anteriores para estudiarlo e ir preparando el Sínodo.

El pontífice ha visitado las zonas inundadas. ¿Cuál es la situación actual?


Tras las inundaciones, gracias a la generosidad de muchos católicos del mundo y de otras instituciones, las ciudades del norte se han rehecho un poco, pero sigue habiendo familias viviendo en carpas y lejos de su población. Poco a poco se va restableciendo el orden, pero queda bastante por hacer. No obstante, esta visita papal ha levantado la ilusión y la esperanza. Eso es lo que se pretendía.