Jaime Oraá: “Para mí es un gran honor como bilbaíno y como jesuita”

Antes de que el pregonero de Semana Santa de este año lea su discurso, en la catedral, hemos querido hablar con él.
Actualmente es presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Compañía, ¿en qué ha cambiado su labor de su anterior cargo a este?
En realidad llevo ya dos cursos en el cargo puesto que fui nombrado el 1 de septiembre del 2012. El curso 12-13 lo simultaneé con mi función de rector y, este curso, ya he podido dedicarlo en gran parte a los trabajos de esta red de 17 universidades e instituciones universitarias jesuitas en España. Un objetivo básico que perseguimos es ir constituyéndonos como un sector cada vez más integrado, potenciando la colaboración de las 17 instituciones que aunque muy heterogéneas, tenemos una inspiración ignaciana común que se plasma en el proyecto apostólico universitario que hemos elaborado. Hemos  creado asimismo, cuatro grandes comisiones; 1: Identidad y Misión (que se dedica a la planificación de todos los cursos de formación para el personal de nuestras universidades, y otros temas de I+M), 2: Docencia-Aprendizaje, 3: Investigación, y 4: Proyección Social. Hemos identificado más de 70 acciones para los próximos años en torno a las funciones universitarias más importantes.
Se ha constituido también un número notable de lo que llamamos grupos de homólogos, en torno a cuestiones de interés común: ética de las profesiones, pensamiento social cristiano, pastoral universitaria, la red de ciencia, filosofía y religión, etc.; así como grupos para beneficiarse de las “buenas prácticas” de las instituciones, y optimizar recursos: bibliotecas, servicios informáticos, sistemas de gestión académica y acreditaciones, etc. También se realizan actividades formativas conjuntas como el club de debate universitario o los campeonatos deportivos anuales.
En el periodo en que ha cambiado su encomienda, la Iglesia tiene un nuevo Papa ¿Qué destacaría del pontificado del papa Francisco?
Después de un año de pontificado, creo que hay una coincidencia general de que el papa Francisco ha dado un aire nuevo a la sede de Pedro, y ha causado un impacto mundial entre cristianos y no cristianos hasta el punto de ser elegido “hombre del año”. Creo que su discurso está centrado más en la ortopraxis que en la ortodoxia. Resalta el núcleo del evangelio sin concesiones, e insiste, como lo hacía Jesús de Nazaret, en el exigente mandamiento del amor afectivo y efectivo a todos, sobre todo a los más necesitados. Todos sus gestos de solidaridad con los pobres y los que sufren, y su insistencia en la dimensión social del evangelio, denunciando las estructuras económicas y políticas injustas que nos rodean, son una seria llamada a la conversión para todos nosotros, para toda la Iglesia.
En cuanto al acto de hoy ¿qué supone para Vd. esta elección como pregonero de la Semana Santa bilbaína?
Para mí es un gran honor esta elección como bilbaino y como jesuita, que según me han dicho los responsables de la designación, han sido los dos elementos que se han tenido en cuenta. 1º. Como bilbaíno, porque desde que era un niño he presenciado con fascinación las procesiones por las calles de nuestro querido botxo, en un ambiente de profundo silencio y devoción. 2º. Y como jesuita porque la vinculación de la Compañía con nuestra ciudad data del comienzo de la orden, cuando ya  en el siglo XVI y todavía en vida de San Ignacio, en 1551, el obispo de Calahorra, bajo cuya jurisdicción estaba la villa, solicitó a Ignacio de Loyola la fundación de un colegio de jesuitas. Aunque la creación del colegio todavía tuvo que esperar un tiempo, el célebre colegio de San Andrés en el casco viejo fue el primero (actual iglesia de los Santos Juanes y anexos), después hemos asistido a una extensa actividad de los jesuitas en la villa, como servicio a la iglesia local, en diferentes campos apostólicos, que dura hasta hoy mismo.
¿Podría adelantarnos a grandes rasgos sobre qué va a versar su intervención de esta tarde?
En la introducción me centraré brevemente en algunos rasgos de la historia de la vinculación de la Compañía con la Villa, para pasar después a realizar algunas consideraciones sobre el sentido de la Semana Santa como contemplación de los misterios centrales de nuestra fe: el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús. Misterio del amor de Dios y misterio de salvación para nosotros. En realidad en esto consisten las procesiones: en presentar ante el pueblo para su meditación las escenas de la última parte de la vida de Jesús: la Pascua. Y lo haré desde la perspectiva ignaciana, desde los ejercicios espirituales.