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02.03.2012

La primavera árabe, bajo la mirada de Mikel Larburu

Los Padres Blancos, desde su fundación en Argelia, han desarrollado una opción preferencial hacia los musulmanes. Incluso, en los países africanos donde hay musulmanes de manera mayoritaria o como minorías. Mikel Larburu trabajó durante 40 años en el desierto del Sahara, y actualmente se encuentra en Bruselas, con comunidades musulmanas surgidas de la inmigración.

Un año después de la primavera árabe, ¿qué ha ocurrido con la esperanza que floreció en los primeros meses del 2011? Si la pregunta va dirigida a mí, o a nosotros en general en Europa, estamos ante una decepción, cuando no en un afianzamiento de nuestros prejuicios: “¿Qué puede salir de los musulmanes?”… Todos necesitamos momentos de transición más o menos largos para que las transformaciones culturales, económicas y sociales se arraiguen en profundidad. Pero, estos procesos son ya irreversibles. Hay chicos y chicas jóvenes que han asumido ser los “guardianes del fuego sagrado”. Les tenemos que dar confianza.
¿Qué cambio se ha originado para los islamistas?Primeramente, los islamistas no son un bloque homogéneo, ni siquiera en un mismo movimiento, como es el caso de los Hermanos musulmanes que son los más moderados. Estamos viendo ya sus grietas, en Egipto por ejemplo. Pero de hecho, también les estamos viendo que colaboran con los partidos laicos en Túnez. Hoy por hoy, su lenguaje puede tildarse a menudo de doble o ambiguo. Es ya un signo de que la sociedad que deben gobernar ha hecho con las primaveras una experiencia fundante y que eso no se lo pueden arrebatar, y que tendrán que plasmarlo de alguna manera en la nueva constitución y sobre todo en el derecho, para lo cual no les sirve la charia.
¿En qué posición han quedado los cristianos del lugar?No hay dos países iguales. Una vez más, yo creo que las revoluciones han acercado mucho a las diferentes religiones y mientras han buscado las bases de una convivencia, han estado unidos. ¿Cuándo se ha visto enarbolar signos tan opuestos históricamente como la media luna y el crucifijo, juntos, como en la Plaza Tahrir del Cairo? El peso de la complejísima historia del Medio Oriente es enorme y desde aquí es difícil hacerse una idea. Esperemos que aceleraciones de la historia como a las que asistimos, sean portadores de cambios.
Muchas mujeres estuvieron en la cresta de la ola de la revolución; ¿ha cambiado la situación para ellas?
De verdad, así estuvieron… ¡y están! Quien en los Facebook, quien en partidos políticos, quien en movimientos por la paz o feministas, quien en el mundo del cine… Seguramente, ellas habían cambiado ya antes de la revolución y la revolución hizo que hombres y mujeres, sin distinción, estuvieran en las mismas trincheras. Como para el resto de los procesos, ahora hace falta plasmar todo ello en el derecho y caminar juntos en la construcción de las democracias.
 ¿Todavía tiene que llegar el tsunami o las aguas están estancadas?
Bonita imagen, pero como toda imagen o parábola, no puede englobar toda la realidad; una realidad tan compleja, frágil… Dejadme terminar con otra imagen muy de esos países. Un ‘güito’ de dátil en la mezcla del hormigón puede resquebrajar un bloque.  Y así, cada uno de nosotros deberá resquebrajar bloques duros de incomunicabilidad, de intolerancia, de insolidaridad…