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28.04.2015

Por un trabajo decente, por un domingo libre de trabajo

En la celebración del 1º de mayo, fiesta del Trabajo, el departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal, ha elaborado una nota en la que recuerda la existencia de injusticias que afectan directamente a los hombres y mujeres del mundo del trabajo y a sus familias “deshumanizando la vida, precarizando el trabajo y la existencia, dificultando la vida familiar y los proyectos personales".

El Papa Francisco dice que es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo, «eso implica, por una lado, buscar nuevos modos para compaginar la flexibilidad del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectiva laborales, indispensables para el desarrollo humano de los trabajadores; por otro lado, significa favorecer un adecuado contexto social que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar a los hijos… Ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana”.
La nota de Pastoral Obrera explica que esta tarea, que es de toda la sociedad, “es también una tarea propiamente eclesial, porque lo que está en juego en un trabajo digno es la dignidad de la persona y la suerte de los pobres, por eso invitamos a toda la comunidad eclesial a implicarse en esta tarea como ´nuestra causa`”. Prosigue incidiendo en que “es necesario poner en el centro de la vida social, política y económica a la persona, poner el trabajo por delante del capital. Es imprescindible el trabajo digno para hacer posible una vida digna hoy para personas y familias. Es necesario promover políticas de fomento del empleo digno y estable por encima de cualquier otra cosa”.
Por eso –dicen- adquiere especial significación en esta situación la campaña que diversas organizaciones católicas han puesto en marcha, acogiendo la Declaración por un trabajo decente que representantes de organizaciones de inspiración católica y de congregaciones religiosas, junto con las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo, hicieron pública en abril de 2014 con el objetivo de colocar explícitamente el “trabajo decente para todas las personas” entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015 . E igualmente es importante promover condiciones de justicia que posibiliten un domingo libre de trabajo, y activar la campaña que en la COMECE (Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea) se viene impulsando desde el año 2011.
La nota concluye diciendo que no se puede dejar sin respuesta “el sufrimiento humano resultante tanto de estructuras injustas como del egoísmo de las personas que da lugar a formas de trabajo precario o mal remunerado, del tráfico de seres humanos y de trabajo forzado, de variadas formas de desempleo juvenil y de migración forzada. El acceso a un trabajo decente debe ser una meta prioritaria de las políticas públicas y de las organizaciones sociales, empresariales y sindicales”.