“Mi casa profesional ha sido la Diócesis”

El periodismo de ahora  me parece  más competitivo y más especializado. Tengo la impresión de que la difícil situación económica de las empresas informativas, en parte por la actual crisis y por la fuerte competencia entre ellas, también por el alto número de profesionales de la información que hay en el mercado, ha “proletarizado” a muchos periodistas, sobre todo a los más jóvenes. Personalmente, valoro mucho a los periodistas de hoy.  En general, están muy bien preparados, aceptan sus responsabilidades, pero –insisto- muchos están mal renumerados.
¿Ha cambiado mucho el periodismo religioso desde que comenzó a ejercer hasta la actualidad?
Ha cambiado muchísimo  en el aspecto tecnológico. Pero el periodismo religioso, bien el que se realiza desde las Diócesis o el nacional -y siempre con algunas  excepciones- sigue sufriendo algunos viejos defectos: autocensura de las Redacciones por el miedo a incomodar a la Jerarquía;  culto a la personalidad de las  autoridades religiosas; falta de coraje para tocar con libertad y responsabilidad algunos temas un poco polémicos; tendencia al “minifundismo” (cada grupo religioso, cada parroquia con su publicación, su radio, su web), ignorando o despreciando el reto de hacer empresas más plurales, más grandes, más eficaces y hasta más rentables. Personalmente, en los distintos momentos que estuve en la  delegación de Medios (siendo obispos Añoveros, Larrea, Uriarte y Blázquez) disfruté de una libertad responsable y me sentí útil y muy a gusto. Siempre he dicho que mi casa profesional ha sido la Diócesis, con la que sigo colaborando.
¿Qué han aportado y han eliminado las nuevas tecnologías al trabajo periodístico?
Las nuevas tecnologías han posibilitado un periodismo más plural y más universal, más rápido y más competitivo. También  mucho más participativo por parte de los receptores. Con algunas notables excepciones, quizá haya perdido un toque más personal, más artesanal, en la elaboración de los medios escritos o radiofónicos. Y en muchas ocasiones ha perdido rigor, por el efecto de las prisas y, sobre todo, de economías un poco precarias de muchas empresas de la comunicación.
Félix García Olano se despide con una sonrisa en la boca y con la prudencia que siempre le ha caracterizado hasta el mes que viene, en el que se encontrará de nuevo con sus lectores de la revista diocesana.