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28.11.2013

Puertas abiertas en Hontza

Han pasado diez años desde que el centro situado al cobijo de la iglesia de San Antón comenzó a acoger y a acompañar.  El establecimiento, único de estas características en el estado, recibió ayer el premio Reina Sofía , en Madrid. Iñigo Kortazar es el responsable de Hontza.

¿Por qué es diferente Hontza?
Por nuestra filosofía de trabajo. Somos Cáritas y esto ya nos imprime un matiz y una seña de identidad. Hontza es algo que va más allá del propio servicio. El equipo de educadores y voluntarios procuramos ofrecer acompañamiento, escucha y calor humano. Llamar a cada usuario por su nombre y sentarnos a tomar un café con ellos mientras nos contamos historias de vida. La clave de Hontza es que atendemos a las personas simplemente porque lo son. No les pedimos nada a cambio.
Es el único recurso abierto en la capital durante toda la noche. ¿Qué tipo de gente acude?
No cerramos la puerta a nadie. En un principio Hontza estuvo dirigido a personas sin hogar con problemas de adicción. Al de dos años nos dimos cuenta que había gente que comenzaba a consumir para acceder al centro y no dormir en la calle. Eso nos espantó y pensamos adaptarnos a la situación. El término mismo se ha cambiado y si alguien era un servicio para drogodependientes, actualmente, se admiten a los que tienen alguna adicción como el alcohol o la ludopatía. Porque últimamente también viene gente que por estar enganchada al juego lo ha perdido todo y se ha quedado en la calle.
¿El centro tiene capacidad para atender a todos los que vienen a pernoctar?
Desde las 20:30 hasta las 24 horas llegan las personas que han solicitado plaza para dormir en la ventanilla única gestionada por el ayuntamiento. Disponemos de 18 camas pero reservamos cuatro para poder atender a los más vulnerables. Porque hay excluidos entre los excluidos que no pueden ni acceder a esas plazas. Por lo tanto aceptamos a las cuatro primeras personas que llegan a nuestra puerta priorizando la plaza mujer, la educativa y la sanitaria. Consideramos que la mujer es más vulnerable en la calle que el hombre. Por otra parte, la educativa consiste en acoger a aquéllas personas que están en un proceso de desintoxicación pero que por saltarse alguna norma les han expulsado durante dos o tres días. La sanitaria se refiere a las personas que llegan en una situación crítica. En este sentido, tenemos un protocolo con Osakidetza y ante cualquier situación de riesgo acuden. 
Otro servicio que se ofrece es el de `café y calor´. ¿Cómo funciona?
Este proyecto funciona desde las 12 de la noche hasta las 4:30 de la mañana. Esto supuso una reflexión en el equipo porque cuando nos planteamos la posibilidad de abrirlo teníamos el peligro de que se saturase. Entonces pensamos en un sistema de tarjetas mediante el cual los usuarios pueden entrar en días alternos asignándoles una franja horaria determinada. En el día a día las normas no son tan rígidas y en invierno, si disponemos de sitio les dejamos entrar.
¿Cómo ha repercutido la crisis económica en los usuarios?
En este momento está retornando gente que atendimos hace tres años o más. Tras un proceso largo lograron salir de la calle alquilando alguna habitación y realizando algunos trabajos esporádicos. Ahora son los primeros que han perdido el trabajo. En cuanto al consumo hace años que está disminuyendo la heroína inyectada pero todavía quedan algunos. Han aumentado las drogas de síntesis y el alcohol.
¿Qué está ocurriendo para que haya cada vez más gente adicta al alcohol?
Debemos hacer un análisis porque algo se está haciendo mal desde la prevención. La gente sigue cayendo y disponemos de más información que antes. En muchos grupos sociales parece que el no consumir es motivo de marginación. Esto hay que combatirlo desde casa.

Iñigo Kortazar abriendo las puertas de Hontza.