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16.05.2014

Restaurado el altar mayor de La Magdalena en Arrigorriaga

Este interesante retablo y su más que interesante imagen titular, y también los retablos laterales que lo flanquean, estaban sucios, se habían realizado algunas intervenciones poco adecuadas y requería una restauración. La empresa Artiqua ha sido la encargada de llevarla a cabo. El proceso arrancó el pasado mes de octubre con el primer diagnóstico de las patologías. El siguiente paso fue aplicar un tratamiento para eliminar la carcoma "y a continuación procedimos a la consolidación de la madera inyectando resina para que recupere la consistencia, también fijamos piezas y tapamos grietas y una de las fases más largas y delicadas fue la de limpieza y eliminación de repintes", explican las profesionales que han trabajado en los arreglos.

La parroquia de La Magdalena de Arrigorriaga se documenta ya en 1107, pero la que hoy podemos ver es posterior: como tantas otras de Bizkaia fue rehecha hace ahora unos 500 años. Después conocería muchas transformaciones, hasta que ya en el siglo XX una importante intervención le dio su aspecto actual.
El actual retablo mayor –que sucede a otro anterior– se construyó en 1692. La traza se encargó a Martín de Zaldúa, de Bergara, uno de los grandes arquitectos del momento –sería el director de las obras del Santuario de Loyola durante más de 15 años–. Proyectó un retablo innovador en cuanto a su ornamentación: utilizó columnas salomónicas emparradas, que sólo unos años antes habían llegado a Bizkaia de la mano de artistas cántabros, y es el primero del territorio en el que se emplean cabezas de querubín aladas.
“Las imágenes son de calidad, pero sin duda destaca la titular. Es una Magdalena agitada, que gira casi con violencia. Anuncia ya las futuras formas rococós. La talla es muy fina, adelgazando la vestidura de amplios y enroscados pliegues, el cuidado en la interpretación de la saya o en los detalles anatómicos y el cabello. Parece obra de talleres mediterráneos, muy diferente de lo habitual en nuestra tierra.
Como anécdota, en 1734-1735 Ildefonso de Bustrín, pintor y sacerdote bilbaíno, vino a “onestar la ymagen de la Magdalena de orden del Santo Tribunal de la Ynquisicion”. Es decir, a “vestirla” un poco, ya que su desnudez, más generosa de lo habitual en esta santa, no parecía convencer a algunas autoridades.