Treinta y siete conventos de clausura participan en esta edición del mercado, único en su género, tanto por su relevancia como por su diversidad geográfica e internacionalidad. Tres nuevos conventos estarán presentes en esta edición; el Monasterio Cisterciense de Villamayor de los Montes (Burgos), que traerá sus delicias de pistacho y sus ruedas de chocolate. De Mallorca, el monasterio benedictino de la Sagrada Familia, que invitará a probar sus patés, pimientos confitados…, el Monasterio de Mercedarias de Marchena (Sevilla) ofrecerá lazos de hoja y empanadillas de cabello de ángel.
De Francia repiten un año más la Cartuja de Miraflores de Chartreuse con sus famosos licores y las benedictinas de Chantelle con sus 22 productos de belleza (jabones, cremas, lociones y colonias).
La feria contará con cinco conventos vascos; tres vizcaínos y dos alaveses. Las Clarisas de Salvatierra (Álava): repostería muy variada. Las Canonesas Regulares Lateranenses de Artziniega (Álava): Rosquillas. De Bizkaia, las Mercedarias de Loiu: pastas y tartas San Marcos, mil hojas y brazo de gitano. Las Dominicas de Elorrio: mostachones, ungüento de hierbas, tartas. Y, Cistercienses de Zenarruza: miel y cerveza.
Desde el Museo de Arte Sacro remarcan que todo lo que los visitantes pueden encontrar en “Los Dulces del Convento” está elaborado artesanalmente por religiosos o religiosas de clausura, en su mayoría partiendo de materia prima procedente de sus propios huertos. Los conventos destinarán lo obtenido por las ventas a la manutención de sus propias comunidades, muy castigadas también por la crisis, y a pequeñas reparaciones de los edificios donde viven.
El Museo
Quienes visiten el mercado podrán acceder gratuitamente a las salas de la exposición permanente del Museo. Habrá visitas gratuitas guiadas el viernes 25 (17:00 h.), el sábado 26 (11:30 h.–13:00 h–17:30 h. y 19:00 h.) y el domingo 27 (12:00 h. y 13:00 h.).
Entre los fondos del Museo destaca la obra de Lucas Jordán, Luis Paret, Antonio Carnicero, Mignard, los Breaugant o Basiano, Urrutia y Romero de Torres. Dispone también de memorables piezas de orfebrería hispana y colonial, ropajes brocados sobre sedas filipinas.
