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02.06.2011

Carta de monseñor Iceta al finalizar el curso pastoral

“Estamos celebrando con gozo el tiempo de Pascua. Cristo resucitado se hace presente en medio de nosotros y nos acompaña en nuestro caminar”. Así comienza la carta que ha escrito monseñor Mario Iceta a punto de concluir este curso pastoral.

En su texto destaca que este tiempo pascual concluye con la celebración del día de Pentecostés, 12 de junio, día en que la Iglesia celebra la fiesta del Apostolado Seglar. “Con ocasión del día de Pentecostés, tendré el gozo de erigir las primeras Unidades Pastorales, culminación de un trabajo iniciado hace ya años y, al mismo tiempo, consolidación de esta nueva experiencia pastoral en la Diócesis. Pidamos al Espíritu que estas Unidades sean lugar privilegiado de renovación profunda de nuestra vida cristiana y de un nuevo impulso evangelizador”, continúa.
Llegados al término de este año pastoral, “un año que ha sido del todo singular”, hace un pequeño balance. “El Santo Padre, el verano pasado, me confiaba el cuidado pastoral de nuestra Diócesis. El día de la Virgen de Begoña inicié este ministerio confiando plena y solamente en Dios que me envía a vosotros. Este curso ha estado jalonado por la constitución de los diversos Consejos. Los nuevos vicarios tomaron posesión de sus cargos e iniciaron su andadura el Consejo del Presbiterio y el Consejo Pastoral Diocesano. Ellos colaboran conmigo en el gobierno. Pidamos al Dueño de la mies que entre todos seamos capaces de impulsar las iniciativas pastorales que acrecienten nuestra comunión y nos ayuden a impulsar la tarea evangelizadora a la que hemos sido convocados”.
JMJ
El texto concluye con una invitación específica a los jóvenes. “Este año, como sabéis, tiene lugar en Madrid una nueva Jornada Mundial de la Juventud, instituida por el recientemente proclamado beato Juan Pablo II. Desde el 11 al 15 de agosto, acogeremos en la diócesis a 2.000 jóvenes provenientes de las más diversas partes del mundo. Constituye una oportunidad singular para compartir con ellos la fe y la vida, para poner en común nuestras inquietudes, anhelos y esperanzas, para conocernos y experimentar la alegría de la comunión. El 15 de agosto, nos pondremos en camino hacia Madrid para tomar parte de unos días inolvidables presididos por el Santo Padre, que es quien nos convoca. Me gustaría recordar tres elementos de la espiritualidad de estos encuentros. El primero es la espiritualidad de camino. Nuestra vida es un camino en el que Jesús nos sale al encuentro y nos invita a seguirle. Este camino lo vivimos en la compañía de tantos hermanos y hermanas, constituyendo la familia de Jesús que se llama Iglesia. En su recorrido, experimentamos la fatiga y el cansancio, pero también el apoyo y la fuerza del Señor, el alimento de su Palabra y su Eucaristía y el aliento y sustento de nuestros hermanos y de los santos. El segundo elemento es la espiritualidad de la acogida. Ésta consiste siempre en un precioso intercambio de dones. Cuando acogemos y somos acogidos, recibimos ciertamente mucho más de lo que ofrecemos, pues la presencia y el testimonio del hermano nos enriquecen personal y comunitariamente. El tercer elemento es la espiritualidad de comunión. Es una hermosa experiencia de Pentecostés, donde tantos hermanos y hermanas procedentes de realidades diferentes, experimentaremos el don de compartir una misma fe, esperanza y amor. Os animo vivamente a participar en estas Jornadas como un auténtico don de Dios. Invitad a vuestros amigos y conocidos. Estad seguros de que nadie quedará defraudado de esta experiencia de gracia”
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