Gonzalo Genaro Tosantos Díaz de Espada (San Sebastián, 1934-Bilbao, 2019), fue presbítero diocesano de Bilbao. Estudió en Vitoria y Derio y fue ordenado en 1959, en la catedral de San Sebastián. Su primer destino como cura (1959-1961) fue de coadjutor de San Pedro de Galdames.
Venezuela
En 1961 partió hacia Venezuela donde permaneció durante prácticamente toda su vida sacerdotal, hasta que su salud se lo permitió. Su último lugar de residencia allí, fue en la casa parroquial de Calcara del Orinoco, donde colaboraba con un grupo de religiosos en un hospital.
Hace 10 años, en una de sus visitas a nuestra Diócesis, Gonzalo Tosantos, concedió una entrevista a la revista diocesana «Alkarren Barri/Comunicación», en la que mostraba su deseo de seguir regresando a Venezuela mientras pudiera.
A lo largo de su vida recorrió recorrido numerosos enclaves y llegó a dormir en un jeep durante mucho tiempo hasta que se hizo con la confianza de una de las comunidades con las que trabajó en la selva.
Elaboró el árbol genealógico de más de 30 comunidades, con 300 o 400 habitantes cada una de ellas. Con los estudios realizados por Gonzalo Tosantos se pudo hacer un completo mapa de salud de la zona. Participó en proyectos sobre salud integral para indígenas “Panares” y se ocupó, además, de estudiar otros aspectos como las viviendas –construcciones- fiestas, manualidades y personas.
Incansable trabajador y fotógrafo por vocación, realizó numerosas series de imágenes “sobre todo –explicaba el propio Tosantos– de la zona de Túriba, donde conviví muchos años con los E`ñepá. Así podrán contar a sus hijos el tipo de vida y costumbres de sus antepasados”.
Tosantos fue nombrado Prelado Doméstico de Su Santidad y estando en Venezuela, país en que llevó a cabo una gran labor social. Recibió numerosas visitas de compañeros presbíteros y de algún obispo durante sus episcopados, visitas que él siempre agradecía.
Cada vez que regresaba a Bilbao, refiriéndose a Venezuela decía “mientras pueda, volveré”, y así fue hasta que su delicada salud no le dejó continuar.
De Venezuela siempre tuvo buenas palabras -vivió allí casi 60 años- “un país fantástico, impresionante, con gente muy bien formada”, pero “de un tiempo a esta parte ha perdido mucho”, se lamentaba. Pero frente a la desesperanza, él decidía regresar “porque allí está mucha de la gente a la que quiero, mi mundo, mi vida”.