Mavi Laiseca explica que esta situación ha exigido cambiar, modificar metodologías, actividades… pero manteniendo las claves de intervención. “Hemos tenido que reinventarnos. Mirando hacia atrás, es una satisfacción comprobar que en este tiempo de incertidumbre y de desajuste se ha mantenido la cercanía y el contacto con las personas acompañadas. Los equipos de voluntariado han tirado de creatividad, imaginación… para seguir acompañando. Una vez más el voluntariado de Cáritas ha sido testimonio de fidelidad y compromiso”.
El teléfono ha sido una herramienta fundamental durante este tiempo. ¿Cómo se ha preparado a la gente para la escucha activa?
El teléfono y todos los recursos telemáticos han sido fundamentales para superar la distancia física que era necesario mantener. En algunos casos se ha dotado de dispositivos móviles, equipos informáticos portátiles para superar esa lejanía con las personas acompañadas. Hemos contado con las compañeras del servicio psicológico de Cáritas que a través de videos y audios nos han dado pautas y criterios para cuidar los “encuentros” telefónicos. Han sido de gran ayuda.
Desde el área de mayores y envejecimiento se estaba trabajando en la puesta en marcha del proyecto «Uste on» de acompañamiento a través del teléfono. En este tiempo han puesto en práctica todos los aprendizajes incorporados.
¿Qué enseñanzas está dejando la pandemia a Cáritas?
Creo que esta pandemia lo primero que ha hecho es descolocarnos, ponernos todo patas arriba. Me recuerda la frase esa de que “Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”. Una gran parte de la población creíamos que teníamos todo controlado, capacidad para decidir qué comprar, dónde viajar, por dónde movernos, … Y de repente todo eso se viene abajo. Un pequeño virus se cuela en nuestras vidas y nos recuerda que no somos autosuficientes.
La pandemia no ha hecho distinción sin embargo su impacto no ha sido el mismo en unas personas que en otras, en unas familias que en otras. Es como si hubiera pasado un temporal, pero se vive distinto cuando viajas en un trasatlántico a cuando viajas en un barco de remos o en una txalupa o imagínate si vas en una balsa hinchable. La desigualdad se ha hecho más manifiesta y patente en las familias que tenían peor situación. En esas familias con economías justas para llegar a fin de mes, con escasos apoyos y recursos el temporal se ha convertido en tsunami.
Un claro ejemplo de esta desigualdad ha sido la brecha digital, menores que no han podido seguir el ritmo del centro educativo por no contar con recursos informáticos para conectarse.
¿Aprendizajes de este periodo? Seguramente que muchos, como personas individuales, como Cáritas e Iglesia y también como sociedad. Yo destacaría tres:
. La importancia de los vínculos. Contar con relaciones sanas que nos ayudan a crecer, que nos fortalecen. Saber que tienes a alguien con quien puedes contar y sostenerte.
. Nos necesitamos, somos seres interdependientes. El individualismo y el “sálvese quien pueda” no tiene sitio.
. Valor de los cuidados. En este tiempo ha habido profesionales del mundo sanitario cuya tarea ha estado centrada en salvar vidas. Un gran aplauso por todas ellas. Paralelamente ha habido muchas personas centradas en cuidar la vida, la vida de personas cuya salud física no estaba en peligro, pero han requerido ser cuidadas. Es importante visibilizar y poner en valor la importancia de los cuidados.
Habrá muchos más aprendizajes. Es importante pararse a descubrirlos. Estamos proponiendo que cada equipo complemente la evaluación habitual del curso con “otra” evaluación que nos permita individualmente y en grupo compartir la experiencia y dejar que surjan los aprendizajes.
Entrevista completa: aquí
