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29.11.2010

Hoy se celebra el Día del Seminario

Hoy, día 8 de diciembre, se celebra en nuestra Diócesis el Día del Seminario. 8 seminaristas de entre 18 y 40 años componen en la actualidad el Seminario de Bilbao, tres de ellos se encuentran ya en la fase pastoral, uno en Durango, otro en Barakaldo-periférico y otro en Autonomía- Indautxu; los otros cinco, tres de los cuales han comenzado a principios de este curso, viven en la comunidad de Lersundi.

Hoy, Día del Seminario, los responsables de esta institución van a presentar una iniciativa para realizar en todas las Unidades Pastorales (UP) hasta enero de 2012, “se propondrá que cada semana del año se pida por los sacerdotes y las vocaciones en una UP diferente”, destaca el pro rector Aitor Uribelarrea.
En la jornada de hoy, conmemoramos además, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen y nuestro Obispo, monseñor Mario Iceta, presidirá una celebración en la catedral de Santiago a partir de las doce del mediodía. Con motivo del Día del Seminario, el obispo ha escrito la carta que a continuación reproducimos íntegramente:

Queridos hermanos y hermanas.

1. En un año señalado por dos efemérides importantes, el 60 aniversario de la creación de nuestra Diócesis, y el 50 aniversario de la inauguración oficial del Seminario de Derio, celebramos hoy gozosamente el día del Seminario. Nuestra Diócesis, tan bendecida en otros tiempos con abundantes vocaciones al ministerio sacerdotal, sufre en nuestros días una gran penuria vocacional no sólo al sacerdocio, sino también en otros carismas y ministerios. Por eso, se hace aún más necesaria la recomendación del Señor, “rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Mt 9, 38).

2. En medio de estas dificultades, y siendo conscientes de los dones y debilidades de nuestra realidad diocesana, debemos reavivar nuestra esperanza y nuestra confianza. El Señor no dejará de llamar a hermanos nuestros para que el servicio sacerdotal, indispensable para la vida de la comunidad cristiana, sea suficientemente atendido en nuestra Iglesia particular. Estoy persuadido de que Jesús sigue invitando a muchos a ser discípulos suyos y a seguirle en la vocación concreta del ministerio sacerdotal. Esta llamada, a menudo, se encuentra con obstáculos de diversa naturaleza, tanto internos como externos, que dificultan su percepción y la respuesta decidida y confiada que requiere. Para ello es necesario promover una nueva cultura vocacional en los jóvenes, en las familias y en las parroquias y comunidades, que tenga en cuenta los rasgos propios de la juventud actual, la complejidad de las características socioculturales en las que estamos inmersos y el reconocimiento de la situación concreta de nuestra comunidad eclesial, con sus luces y sus sombras.

3. La dedicación a la pastoral vocacional no debe surgir primordialmente de la preocupación por la notoria disminución de las diversas vocaciones, sino, ante todo, del servicio ineludible que hemos de prestar en acompañar a cada bautizado a descubrir el plan de Dios sobre su propia vida y a invitar a acogerlo como un don y un misterio, una tarea y una misión. Efectivamente, la vocación es el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. Es el nombre dado por Él a cada persona. Descubrir y responder a la vocación significa encontrar aquella piedra sobre la que está escrito el propio nombre (cfr. Ap 2, 17-18), volviendo de este modo a la fuente de la propia realidad personal. En el discernimiento vocacional, cada uno es invitado a descubrir el modo concreto en el que realizar la vocación de toda persona que consiste fundamentalmente en vivir en el amor de Dios que conlleva, así mismo, el servicio a los hermanos. Todos estamos llamados a la santidad, es decir, a vivir la perfección del amor en una humanidad plena. Y esta llamada universal a la santidad, como nos recuerda el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, nn. 39-42), se realiza en diversos modos concretos que llamamos vocación.

4. La dimensión vocacional es esencial y connatural a la pastoral de la Iglesia. No en vano, Iglesia significa “asamblea de los llamados”, es decir, de los “con-vocacionados”, que constituyen, en virtud de esta llamada, una verdadera “convocatoria”. Por eso, la pastoral vocacional no es un elemento secundario de la actividad evangelizadora de la Iglesia, sino una dimensión irrenunciable de esta misma actividad. Todos los miembros de la Iglesia diocesana están llamados a fomentar y ayudar a descubrir la vocación propia de cada persona y a poner los medios para que cada uno pueda vivir conforme a la misma. Nuestro cuarto Plan Diocesano de Evangelización, incidía en este aspecto en los objetivos específicos tercero y cuarto. A este respecto, el plan afirma que “si la Iniciación Cristiana supone la incorporación plena a la vida eclesial, ha de incorporar el discernimiento del estilo de vida concreto. Por ello es preciso incidir en la dimensión vocacional, especialmente en las etapas en que se han de ir tomando opciones vitales, cuidando particularmente el ofrecimiento de vocaciones que se encuentran más debilitadas: al ministerio ordenado, a la vida consagrada y al laicado militante.”

5. En este día del Seminario, queremos agradecer al Señor la vida y ministerio de los sacerdotes. Agradecemos, así mismo, que en nuestro Seminario ocho jóvenes se estén preparando con ilusión y entrega al ministerio sacerdotal en nuestra Iglesia diocesana. Oremos por ellos, y por los formadores, profesores, colaboradores y bienhechores que sirven a dicha comunidad educativa. Colaboremos, con nuestra aportación económica generosa, en el sostenimiento de todas las actividades formativas y de promoción vocacional que realiza nuestro Seminario. El Santo Padre publicó el pasado dieciocho de octubre una hermosa carta dirigida a los seminaristas. Esta carta, junto con los documentos conciliares acerca del sacerdocio y de la formación al ministerio sacerdotal, así como la exhortación apostólica Pastores Dabo vobis de Juan Pablo II, constituyen referentes imprescindibles que iluminan el itinerario formativo de nuestros seminaristas. En dicha carta, el Papa nos recuerda que el seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal y enumera elementos importantes que deben estar presentes en este itinerario. Invito de modo particular a los formadores y seminaristas a leerla con atención y a traducirla en su propia vida.

6. El lema de este año recoge la invitación que el Señor dirigió a dos de sus discípulos: “Venid y veréis” (Jn 1, 39). De este modo, somos invitados a acercarnos a Jesús y, con Él, a mirar al interior de nuestra propia vida, al interior de la Iglesia y también a mirar nuestro mundo con su misma mirada. En este modo nuevo de ver (¿qué ves?, es el provocativo lema de la jornada de este año), en la compañía de Jesús, seremos interpelados al descubrir rasgos de nuestra propia interioridad, de los gozos, esperanzas y necesidades de nuestra Iglesia y de nuestro mundo en los que quizás anteriormente no habíamos reparado. De qué forma tales realidades interpelan nuestra vida, es una experiencia a la que el Señor nos invita hoy. Seguramente dicha mirada haga que se vaya perfilando la silueta de nuestra propia vocación y nos abra un horizonte nuevo y apasionante en el que somos invitados a caminar en la comunión de la Iglesia. No tengamos miedo a responder a la invitación de Jesús, a hacer esta experiencia de entrar en comunión con Él y de convertirnos en discípulos suyos. Es lo mejor que nos podía suceder. Cambiará radicalmente nuestra vida.

7. El próximo verano tendrá lugar en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud. Los días previos, nuestra Diócesis acogerá a muchos peregrinos que quieren conocer nuestra realidad diocesana, compartir nuestra experiencia de fe y, con nosotros, disponerse a participar en tal evento. Estas jornadas son ocasión propicia para que muchos jóvenes se planteen, junto con tantos contemporáneos suyos, su propia vocación y se decidan, con radicalidad evangélica, a sumergirse sin reservas en el seguimiento de Jesús como discípulos y testigos. Invitemos a los jóvenes de nuestra Diócesis a participar en este acontecimiento que constituye una hermosa experiencia de fe y de comunión con toda la Iglesia. Constituirá un verdadero acontecimiento de gracia y un momento propicio para escuchar la invitación del Señor y responder con prontitud y confianza.

8. En este día dedicado a la Concepción Inmaculada de la Virgen María, le pedimos que seamos capaces de contemplar el misterio de Cristo hecho hombre por amor a nosotros desde la perspectiva de su mirada. En Él descubriremos el secreto del amor verdadero y la respuesta a nuestros interrogantes y anhelos más profundos. Que Ella, modelo y Madre de toda vocación, interceda por nuestros sacerdotes, acompañe con amor materno a nuestro seminario, y que nos ayude a todos a descubrir nuestra propia vocación y responder con decisión, confianza y alegría.

Mario Iceta
Obispo de Bilbao