La organista de la basílica de Begoña calienta motores para el Día grande

¿Suele ser especialmente atareado el verano para los organistas?
Nos llaman para participar en bastantes conciertos especiales. Es el caso de hoy, en Labastida. Este verano he tocado también a dúo con el clarinetista, Luis Alberto Requejo, que es además mi marido, en Zumaia. El próximo 21 de agosto, participaremos en el ciclo del festival de órgano de Cantabria. Tocaremos en San Vicente de la Barquera.

¿Cómo se prepara uno física y mentalmente para el Día de la Asunción de María?

Las misas comienzan a las cuatro de la mañana y la última de la mañana finaliza a las 13:30. Por la tarde, desde las cinco hasta las nueve de la noche. Procuro estar en todas. Intento descansar la noche anterior, aunque suelo estar bastante alterada. El mayor secreto es dormir bien. Como es un día de fiesta en el que te encuentras con mucha gente, apenas se nota el cansancio. Es un día ameno.

Supongo que la sincronización con los celebrantes es un factor primordial
Efectivamente. Antes de cada misa procuro hablar con el cura que celebra la misa y con los monitores que dirigen los cantos. Como este día suelen ser los habituales, simplemente cerramos los últimos detalles. Comenzamos con el canto de entrada: `Hijos de Bizkaia´, en euskera o en castellano. El Salmo a la Virgen y el `Ogi Zerutik´. En la despedida a la Amatxo, siempre finalizamos con el `Begoñako Andra Mari´.

¿La Salve popular tiene algo especial?
Aunque es la última del día, suelo procurar estar. Se canta a dos coros con el sacerdote y el pueblo. Suelo tocar el acompañamiento que armonizó Jesús Guridi.