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21.09.2015

Mª Dolores Górriz: “La Vida Religiosa tiene mucho que aportar»

Nacida en Pamplona hace 72 años, comparte comunidad con las monjas del Sagrado Corazón en Rekaldeberri. Releva en el cargo a una religiosa de la misma orden, a Marta Jiménez, quien falleció en abril. María Dolores Górriz se muestra ilusionada y con ganas ante este nuevo reto que le confían a sabiendas de que comparte un gran equipo que tiene como objetivos “mantener la animación espiritual, construir comunión y seguir trabajando en el campo de la exclusión a todos los niveles”.

¿Le ha costado aceptar este nuevo servicio?
Era un campo nuevo para mí en cuanto a lo que tiene que ver con la inter relación local. Mi experiencia era más a nivel global. Pero viendo y conociendo al equipo que había, dije que vale. La vida me ha dado experiencia para poder coordinar y animar un equipo. Una vez que he dicho que sí, ahora lo tomo con ilusión y ganas. Todas las cosas que han sido nuevas para mí me han aportado riqueza. Creo que esto también será así.
¿Cuál ha sido su trayectoria vital?
Entre en la congregación después de acabar la carrera de Historia, en Pamplona. Acabé el noviciado en el 68. Tras mi paso de coordinadora en un colegio mayor de Pamplona vine a Algorta a estudiar teología en Deusto (1970-72). No pude acabar aquí porque me destinaron a Barcelona a trabajar a un colegio, donde estuve durante otros 13 años, los últimos tres como directora. Acabé mis estudios de Teología allí. Luego, ocho años a Valencia, donde seguí dando clases de Historia y dedicándome a la pastoral juvenil. Entre tanto, realicé bastantes cursos porque siempre me ha interesado la formación y la propia formación. El año 1992 me pidieron que asumiera la dirección de la Provincia Norte. En 1999 pedí un año de reciclaje y estuve 9 meses en América Latina. En el Capítulo General me pidieron que me quedara en el Consejo General de Roma y allí estuve desde el 2000 hasta el 2008. Fue una experiencia única para aprender a vivir en interculturalidad y conocer las formas distintas de expresar nuestro propio carisma. El 2008 volví a Rekaldeberri donde estuve durante dos años hasta que me volvieron a llamar como provincial. Regresé a Bilbao hace ahora un año. Aquí además de colaborar con la congregación estoy trabajando con el tema de la formación del laicado y sigo con mi propia formación con el tema del duelo, algo que me interesa mucho.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la Vida Religiosa?
Un reto fundamental es seguir manteniendo la animación espiritual. Se tratar de vivir la vida con todo lo que acontece respondiendo a valores evangélicos. Dentro de esto para mí especialmente tiene que ver con lo de envejecer bien, con sentido. Al final es muy importante transparentar el amor de Dios hasta el final.
Otro reto importante es el inter congregacional, sentirnos parte de un mismo carisma con matices diferentes, de ir construyendo comunión.
En el campo de la exclusión se está viviendo un momento fundamental a todos los niveles. Creo que podemos aportar mucho porque estamos en muchos continentes. Considero fundamental colaborar con otras realidades eclesiales y no eclesiales. Sobre todo, ahora, que estamos sobrecogidos por toda la cuestión de los refugiados. Es un tema que lleva a otro y que me parece importante, el de la  reconciliación y la paz, en todos los ámbitos.