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14.05.2009

“Para muchos el museo es un descubrimiento”

Raquel Cilla, responsable del departamento de educación y acción cultural del Museo Diocesano de Arte Sacro, nos recibe con el aroma a los deliciosos dulces que 45 conventos han expuesto y vendido durante el pasado fin de semana en el claustro del antiguo convento de la Encarnación. Una actividad que, junto a otras iniciativas y actividades destinadas a pequeños y mayores, dibuja el día a día del Museo. Raquel, zeberiotarra de 34 años y con formación en Bellas Artes, nos guía para descubrir y valorar este curso 08-09 que va acabando.

¿Que valoración hacéis de las jornadas de “Dulces del Convento”?
Estamos contentos, tanto por los 45 conventos que han participado, como por los diez mil visitantes que hemos tenido y por el volumen de ventas realizadas. Se han traído la misma cantidad de productos que en años anteriores y, aunque han venido 4.000 personas menos que el año pasado, para nuestra sorpresa, se ha vendido todo. Es algo extraño en este tiempo de crisis, así que tenemos motivos para estar satisfechos por que además de la situación económica, el tiempo no nos acompaño y además estamos de obras en la plaza de la Encarnación, con lo que eso supone.
Esta es una actividad que requiere mucha preparación antes, durante y después pero es una actividad que tiene eco, que atrae a mucha gente, y que, después de seis ediciones, ya se ha convertido en un fijo del museo. Es una actividad estrella. Así que merece la pena tanto ajetreo.
La jornada «dulces del convento» sirve, además, para dar difusión al museo, para que mucha gente lo descubra. Para más de uno es una sorpresa, un descubrimiento.
¿Qué respuesta han tenido otras actividades que desarrolláis durante el año?
Estamos satisfechos. Respecto a las visitas guiadas al Casco Viejo, a la Catedral o al mismo museo, se ha mantenido tanto el número de visitantes como su procedencia que es, principalmente, grupos escolares, universitarios y jubilados. Llevamos tres años con esta actividad y funciona muy bien.
También ofrecemos 17 talleres didácticos, a lo largo del curso, destinados a centros escolares. Estamos contentos por haber sido capaces de llenar todos los talleres pero, sobre todo, estamos satisfechos por haber conseguido fidelizar la presencia de los centros. Nos cuesta conseguir que se acuerden del Museo diocesano, pero si vienen un año, al año siguiente repiten y lo meten dentro de las visitas habituales. Que las actividades y la perspectiva educativa que ofrecemos les gusten y repitan es un motivo de satisfacción.
En verano, como en otras ocasiones, ofreceremos talleres para chavales de entre 6 y 12 años desde el 22 de junio hasta finales de agosto. Es decir, que todos aquellos que quieran pueden venir a jugar y a aprender de forma divertida al museo durante todas las vacaciones. El año pasado en 32 días hábiles participaron casi 700 niños y niñas.
¿Qué valoración hacéis del conjunto del curso?
Claramente positiva. En Bilbao hay una oferta de museos grande en la que tenemos que hacernos presentes. Eso es todavía más difícil ahora que el “boom” que trajo el Guggenheim, respecto a los museos, ha pasado. En ese marco, el Museo diocesano de Arte Sacro ofrece actividades para todos los públicos, mayores y pequeños, diversifica sus propuestas y ha ido ganando en difusión y en divulgación.
Por otro lado, si otros años hemos editado guías sobre el Casco Viejo, sobre la Catedral o, el año pasado, sobre Lekeitio, este curso estamos muy contentos de haber podido editar la “Guía del Museo de Arte Sacro”. Es una guía que recoge todo lo que está expuesto en el museo de forma muy completa. Estamos muy satisfechos ya que es una de las mejores guías de todo el Estado.
La comunidad diocesana, ¿conoce el museo?
Aunque, llevamos desde 1995 desarrollando este servicio, lo cierto es que no. Y es una pena porque somos un servicio diocesano, y estamos deseando poder ayudar a todas aquellas parroquias que nos lo requieran. Estamos para eso. De hecho, me gustaría trasladar, en nombre de todos los que trabajamos en el museo, esa voluntad de atender y responder a las demandas que nos puedan hacer desde las comunidades parroquiales.

Raquel Cilla una de las 7 personas que trabajan en el museo