El Papa ha pedido el compromiso de todos para domar los incendios. No ha señalado a nadie. ¿Toca buscar soluciones y no tanto a los culpables?
Toca buscar soluciones, sí, pero esto también conlleva conocer quiénes están quemando la selva amazónica, para impedir que lo sigan haciendo. Hay muchos intereses de la industria maderera, de la agroindustria, de la ganadería y de la minería en disponer de los recursos naturales de la Amazonía. Los incendios son un modo de hacerse con nuevos territorios. Y los posicionamientos y decisiones del presidente de Brasil, el Sr. Bolsonaro, han abierto la vía a la agresión natural y a la impunidad, una política que es toda una amenaza para la Amazonía.
La geopolítica y los intereses económicos sobrevuelan de nuevo sobre la Amazonía. ¿Ha cambiado algo la situación desde la publicación de la Laudato si´?
Los mismos intereses económicos de antes continúan ahí. La Amazonía está parcelada en función de sus recursos naturales y sigue siendo vista como un espacio virgen que explotar y en el que beneficiarse. Lo que está cambiando es la percepción de la ciudadanía, cada vez más preocupada por el medioambiente y más consciente de que los bienes naturales nos pertenecen a todos y que nuestra futura existencia depende de ellos. Lo que destruimos hoy en un instante supone una pérdida irreversible para las futuras generaciones.
El medioambiente, preservar la Casa Común ¿es uno de los retos principales de nuestra época seamos creyentes o no?
Sí, es uno de los grandes desafíos actuales. El otro es la flagrante situación de desigualdad, fruto de relaciones sociales y económicas injustas. De hecho, cuidar la casa común es nuestro gran desafío histórico. Hoy la humanidad cabalga sobre una máquina de destrucción masiva de la vida. Esta situación cambiará, pues es insostenible. La gran pregunta es cuándo lo hará. Nuestra generación– determinará con su diligencia o su desidia el estadio de protección de la vida del futuro. Mucho de lo que hayamos destruido o deteriorado será sencillamente irrecuperable. Detener la destrucción y cuidar la vida es nuestro reto epocal.
¿Qué puede aportar el próximo Sínodo de nuevo y de bueno ante esta situación?
El Sínodo va a ser un aldabonazo internacional en la protección de la Amazonía, tanto de su naturaleza, como de las comunidades humanas que habitan en ella. Nos va a hablar de su belleza y riqueza natural y humana, de su condición de patrimonio de la humanidad. Va a aumentar la conciencia de su fragilidad y de las amenazas que vive. También va a ayudar a clarificar el papel de la Iglesia amazónica, cuál es su responsabilidad, con qué medios puede contar, quiénes pueden ser los agentes pastorales… Creo que va a ser una oportunidad para apreciar y cuidar más de la Amazonía y de sus gentes y de renovar la Iglesia.
