Solidaridad y denuncia ante la tragedia de Filipinas

Al menos 200 mil personas afectadas por el tifón Haiyan en la ciudad Filipina de Tacloban y seis distritos vecinos han recuperado el abastecimiento de agua corriente para beber y cocinar. Es una de las buenas noticias que nos ha llegado desde Filipinas desde que el pasado  8 y 9 de noviembre el “tifón más grande del mundo” devastara Samar, Leyte, el norte de Cebú, Palawan e Iloilo.
La Diócesis de Bilbao se puso en contacto con algunas congregaciones de las misioneras que están sirviendo en Filipinas y notificaban que la situación era caótica. Las compañeras de Rosario Vicente González de Portugalete y de Aniana de la Torre García, de Sestao explicaban que ambas, actualmente de misión en Manila, se encuentran bien pero “muy afectadas por la catástrofe que ha sacudido a tantos hermanos y hermanas”.
Por otra parte, la bilbaína Mari Jose Egido, que actualmente se encuentra en Singapur pudo contactar con sus compañeras de Verbum Dei en Filipinas. Éstas además de reclamar ayuda  para responder a las comunidades de las zonas afectadas denunciaban “la irresponsabilidad humana”, que tanto por el calentamiento global como por “los misiles lanzados a principio de este año al Océano Pacífico” han alimentado la catástrofe natural.
Chacales con los niños huérfanos
El órgano de información del Pontificio Consejo de Misioneros, FIDES, da cuenta de la situación dramática de miles de niños que se han quedado huérfanos en Filipinas y son presa de los traficantes y pedófilos. El padre Shay Cullen, misionero de San Columbano, que vive en Filipinas desde 1969 es conocido por su compromiso social y pastoral, especialmente por los niños y niñas víctimas de la explotación sexual. El misionero explica que “con el pretexto de salvar o curar a los niños los traficantes los secuestran y los venden a los pedófilos. O ganan grandes sumas de dinero proporcionando a los niños para adopciones ilegales o llevándolos al mundo de la prostitución, convirtiéndose en esclavos de la explotación sexual”.
Según datos de UNICEF, recopilados antes del tifón,  se estima que en el país los niños víctimas de la trata con fines de explotación sexual se encuentran entre los 60 mil y cien mil. 
Ayuda humanitaria
Tanto Cáritas como Manos Unidas y otras organizaciones están enviando ayuda humanitaria a la región. En el caso de Manos Unidas, las parroquias están sirviendo como base de operaciones para llegar a los lugares donde no llega nadie. Los filipinos que no han sido afectados por el tifón son los primeros que se han movilizado para socorrer a las víctimas.
El presidente de Cáritas Filipinas advierte que hay carencia de todo: medicinas, alimentos y agua. La mayor prioridad es proporcionar alimento y refugio a las víctimas del tifón. “La comunidad internacional debe continuar ayudándonos, sabiendo que en pocos días podremos llegar a las zonas más remotas”, ha dicho.