Un rincón especial en el Santuario de Begoña

¿Se trata de una iniciativa novedosa en la Diócesis?
Hay otros espacios parecidos, pero éste está adecuado al templo de Begoña y quiere atender a la demanda del Papa de poner lugares de acogida de un modo más respetuoso y cercano. Es una versión positiva, donde la imagen del cuadro de Rembrandt, del Hijo Pródigo, nos muestra que Dios siempre está abierto al perdón.

¿Qué valoración hace de la experiencia?
Todavía hay gente que está un poco despistada, porque los confesionarios de siempre, están al otro lado. Sin embargo, cada vez acuden más personas. Procuramos estar antes de la misa de la tarde e intentaremos cuidarlo también antes de la eucaristía de las 11 de la mañana.

¿Cuál es el mensaje que quisiera trasladar este Día Festivo a la feligresía?
La religiosidad popular es un gran valor y que el Concilio nos invita a reconocerlo pero también a reconducirlo. La devoción que está entrañada en la Virgen es buena, pero siempre y cuando tengamos en cuenta que ella tiene al Niño en los brazos. Ayuda a encontrarnos con Dios encarnado en Jesús. Es verdad que sin ella no hubiera sido posible la encarnación ni tampoco la resurrección.

¿Por qué vienen tantos creyentes al santuario?
Hay personas que creen que no pueden más y piden ayuda a la Virgen. Es un modo de orar como Jesús en la cruz: ¡aparta de mí este cáliz! Estas personas encuentran aquí un poco de aliento y respiro y sienten la fuerza para afrontar los problemas. Esta es una de las claves para decir que la oración y la petición siempre tienen respuesta. María es la intercesora. Aquí descubrimos a María como madre y discípula.
José Luis está en activo desde la primera misa que se ha celebrado a las 4 de la mañana. Es un día largo, pero gozoso. Están llegando peregrinos desde todos los rincones del territorio. El año pasado fueron alrededor de 22.000 las personas que comulgaron.