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Bizkeliza 5 Portada 5 ¿Sabías que un lekeitiarra llegó a ser obispo de Kuwait?
05.10.2016

¿Sabías que un lekeitiarra llegó a ser obispo de Kuwait?

Victor San Miguel fue un carmelita que nació en Lekeitio en 1904. A los 11 años de edad ingresó en una comunidad de religiosos y se ordenó sacerdote con 24 años. En aquella época, unos misioneros carmelitas que habían llegado de la India buscaban voluntarios para ir a misiones y Victor, fue uno de los que se animó. Tras permanecer 40 años en la India, resultó ser tan buen gestor que desde Roma le pidieron trasladarse a Kuwait y allí le nombraron obispo. El próximo sábado se ofrecerán más detalles sobre el misionero, en el documental que presentará Koldo Leniz en la localidad costera. El autor ofrece más detalles sobre el Obispo carmelita.

Koldo, ¿dónde y cómo conoció a Victor?
Dentro de la carrera de Historia del Arte, realicé los estudios de arte de la India y del Lejano Oriente en la Complutense de Madrid. Gracias al profesor surgió en mí el interés por conocer la India y en 1988 fui allí de vacaciones. Mi padre tenía una estrecha relación con los carmelitas y así supe que un euskaldun, y más concretamente un LEKEITIARRA, vivía allí en un lugar perdido de la India.
Le escribí y me respondió que fuera. Para mí ha sido muy enriquecedor el conocerle, por una parte, porque me ayudó a conocer la India con mayor profundidad que cualquier turista y, por otra, porque se trataba de una persona especial. Era un hombre muy culto, con un recorrido vital amplio y muy rico. Era muy práctico y, tal y como se dice ahora, muy emprendedor. Siempre tenía en mente nuevos proyectos: acciones para mantener el hospital en marcha o el aprovisionamiento del internado infantil. También procuraba educación, alimentación y vestido a niños que, aun no siendo huérfanos, eran de familias muy pobres, para que no tuvieran que ir a trabajar y llegaran a ser en la vida algo más que meros jornaleros.
Fue obispo en Kuwait, pero está enterrado en la India, ¿por qué?
Cuando se jubiló volvió a la India con el dinero que tenía guardado en la “hucha”, con la intención de seguir trabajando como misionero. Pensaba que no duraría mucho, pero murió con 91 años en un pequeño pueblo llamado Andhra Pradesh.
Aunque geográficamente vivía ‘apartado del mundo”, estaba muy bien informado. Escuchaba los programas de la BBC y también leía diariamente los periódicos. Según decía, desde su soledad y lejanía tenía una perspectiva y un punto de vista diferente. Era muy buen analista. Haría muy buen papel en las tertulias televisivas actuales.
Y, ¿cómo surgió el tema del documental?
Tras mi primer viaje, he vuelto allá unas seis o siete veces. En uno de esos viajes, fui a grabar el documental con un equipo de ETB. Teníamos una relación muy estrecha. Le vi por última vez cuando fui a pedirle que nos casara. Nos casó en 1993. Creo que sabía que sería la última vez que nos veríamos ya que al despedirnos, dio un beso a mi mujer, algo raro en él ya que era de la antigua escuela, de la que decía que los frailes no debían mostrar sus sentimientos.
¿Sigue en pie la misión que él fundó?
Todavía sí. Ahora se ocupan unas religiosas. Intentamos ayudarles desde aquí. Mientras vivía, cada año en Navidades nos pedía el “impuesto navideño”. Tras su fallecimiento, nos pareció que era una pena abandonar todo aquello y, en la medida en que podemos, seguimos enviando dinero y, afortunadamente, tenemos la colaboración de la gente de Lekeitio. Hoy en día muchos edificios están deteriorados, pero, de una manera u otra, el proyecto sigue adelante.
¿Qué aprendió de él?
Que se puede buscar la perfección sin ser perfecto. Que las teorías, filosofías, religiones y buenos deseos están bien y que son bienvenidos, pero que no sacian el hambre de los pobres. A todos nos gusta comer todos los días, al menos una vez. Está bien eso de “en lugar de darles pescado, enseñarles a pescar”, pero mientras se realiza ese “cursillo” también hay que comer.