«Han sido -explican al finalizar- unos días de abrirnos a otros jóvenes, de convivencia y de celebración, desde el tiempo libre y desde la reflexión. Un regalo que ha posibilitado la iglesia de San Miguel de Zalla, que nos ha acogido en sus locales y a todo el pueblo».
Una experiencia que, como grano de mostaza, ha querido brindar a los jóvenes de hoy un “arbusto” que les dé capacidad de organizarse y de ser protagonistas entre los jóvenes y en la Iglesia. «En una nueva realidad…. algo nuevo sigue surgiendo…. el reto ahora: seguir acompañando».