En su homilía, Mons. Segura se refirió al sentido de la jornada “El símbolo característico de este día –dijo- es la ceniza, que nos recuerda justamente que somos polvo y en polvo nos vamos a convertir. Esto no es un pensamiento deprimente, forma parte de lo que realmente somos, de lo que constituye nuestra naturaleza de ser seres humanos frágiles. A todos nos conviene de vez en cuando, cuando estamos sanos y todo va bien en nuestra vida y tenemos la tentación de sentirnos más de lo que realmente somos, que nos recuerden lo que le decía el esclavo cuando entraba el conquistador romano y todo el mundo le vitoreaba y le aplaudía por sus maravillosas conquistas y guerras logradas y batallas ganadas, el esclavo le decía permanentemente: recuerda que tú también vas a morir”.
“No se trata solo de aceptar nuestra condición real de personas que van a morir –dijo-, se trata también de orientar la vida, este tiempo que Dios nos ha dado, este tiempo disponible y aprovecharlo cada hora, cada día cada momento y vivirlo para algo que merezca la pena”.
Mons. Segura señaló que el polvo ciertamente es símbolo de nuestra realidad frágil “pero también puede ser símbolo de todo lo que se va deteriorando en nuestra vida, de todas esas cosas en las que se va depositando justamente un poco de suciedad y lo que era brillante en un tiempo va perdiendo su brillo y va perdiendo su limpieza, incluso también si no andamos espabilados ese polvo puede depositarse en nuestras mismas comunidades, en nuestra misma Iglesia y en nuestra misma fe”. Recordó que el polvo representa “tantas cosas feas que existen”, como personas que sufren violencia, sufrimientos “muchos evitables”, tantos conflictos… “cuanto polvo hay en nuestros entornos y en nuestras relaciones, cuántos litigios, cuanta incapacidad para serenar conflictos, que difícil nos resulta disculparnos, que difícil nos resulta perdonar, comenzar de nuevo en relaciones que se han deteriorado”.
En su homilía también dijo que Jesús nos pide que vivamos estos 40 días de manera diferente y que aunque quizá sea difícil poner una norma para todos, porque cada uno tiene su vida, sus circunstancias, su concreción, sus limitaciones y sus necesidades, «Yo creo que todos podemos de alguna forma adaptar esta propuesta trinitaria de tres elementos que el Señor nos hace en el evangelio de hoy, con significado y con consciencia según la vida que tiene cada uno: Primero el ayuno, que en la tradición católica está muy debilitado en su valoración. Jesus nos pide que hagamos una renuncia en algo que para nosotros sea importante para cada uno; la limosna: Todos tenemos algo que podamos dar y compartir, todos tenemos la posibilidad de ejercitar la caridad y podemos ser generosos con algo que es nuestro, pero no es solo nuestro, es un don que alguien nos ha sido dado y la oración y la oración para que sea Cristo y no nuestros propósitos más débiles lo que nos haga libres y más generosos”.
Concluyó afirmando que este triduo tiene una gran fuerza, si es que nosotros nos ponemos en camino y queremos vivir este tiempo de una manera diferente, «preparando la Semana Santa y preparando la celebración de la vigilia pascual y del gran día de la Pascua».