Los impulsores de la Capilla consideran fundamental que haya un lugar en la ciudad abierto a cualquier hora del día para orar. El grupo promotor de esta iniciativa presentó en su día un dossier a Mons. Blázquez quien acogió positivamente la idea en vísperas de su traslado a Valladolid. Posteriormente, Mons. Mario Iceta recogió el testigo «de una manera muy entusiasta hasta tal punto que podemos decir sin faltar a la verdad que el que realmente ha sido el motor e impulsor de esta ha sido él» – según palabras del coordinador, Antonio Girbau.
Ante este décimo aniversario que acaban de cumplir, Girbau agradece «a todas las personas que mantienen con fidelidad su compromiso de adoración con el Señor, que se mantienen perseverantes y de alguna manera son también los que mantienen la existencia de esta capilla de forma continuada”. La capilla, que durante el tiempo del confinamiento tuvo que cerrar, volvió reabrir el 29 de junio con sus instalaciones remodeladas. Tras la reforma, Girbau explicaba que este tiempo de ausencia lo aprovecharon “para ponerla en unas condiciones de salubridad excelentes”.
385 personas participan actualmente en los turnos ordinarios y en los `extraordinarios´ que se han montado con motivo del toque de queda impuesto por la pandemia. Precisamente –explican- el principal reto es el de continuar con los turnos “y encontrar gente nueva que se quiera comprometer ofreciendo una hora de su tiempo al Señor”. Una de las principales dificultades es encontrar personas para los turnos de la madrugada, aunque cuando han tenido una necesidad extra como ahora, la gente ha respondido “de una manera sensacional”. Otro tanto ha ocurrido cuando ha habido una necesidad económica, tanto para sufragar los gastos del guarda que se encarga de la seguridad del recinto, como cuando se ha tenido que remodelar el lugar para adecuarlo a las necesidades de ventilación necesarias para salvaguardar la salud. “La gente es muy generosa y hemos podido realizar las reformas necesarias sin dificultad”, agradece Girbau.