Desde el inicio de este mes de julio, muchos grupos han llevado a cabo sus actividades de verano, cada uno a su manera, y dentro de sus posibilidades, pero siempre intentando que fuera una experiencia de aprendizaje y crecimiento personal. Otros, no han podido acabar de realizar lo que tenían planteado, ya que las circunstancias de esta semana, les ha impedido llevarlo a cabo.
Se han ofrecido colonias urbanas, salidas de día al monte, campos de trabajo vinculados a nuestras comunidades parroquiales o en nuestro entorno más cercano. La oferta de actividades ha sido plural: pintar locales, acompañar personas u ofrecer clases de castellano para inmigrantes, entre otras.
La mayoría de los grupos que tenemos en la Diócesis, durante todo este mes, han llevado a cabo alguna actividad. Posiblemente el número de personas que han aglutinado estas actividades será algo menor que otros años, aun con todo rondarán los 1500-2000 chavales y chavalas de 10 a 19 años junto con su monitorado.
Maite concluye agradeciendo a todas las monitoras y monitores el esfuerzo que han hecho para reinventar la oferta de actividades en las actuales condiciones sociosanitarias. “Además, la casi totalidad del monitorado ha cursado las formaciones en torno a aspectos sanitarios y gestión emocional, que se pedían desde las instituciones públicas, con el objetivo de posibilitar el mejor servicio a chicos y chicas este verano y conseguir que a pesar de las limitaciones de la situación actual, la participación en las actividades de verano sea también una experiencia significativa para el proceso de cada uno de ellos”.