Otadui rememora los inicios de la actual crisis sanitaria en el hospital de Galdakao “empezamos con el tema del coronavirus en la última planta -la 10-, que está destinada a emergencias y entonces no nos asustamos demasiado porque esa planta siempre tiene ‘asuntos especiales’. Comenzó un ambiente en el que los pasillos tenían que estar despejados, las visitas restringidas y cada paciente solo podría tener un familiar. Desde entonces nuestra labor fue modificándose, ya que es mucho de tipo relacional, de pasillo, de puerta abierta y de encuentro. Es así como nosotros contactamos con la gente y al implantarse estas normas nuestro trabajo cambió y nos hemos ido adaptando. El coronavirus ha ido atrapando todas las plantas y en estos momentos salvo una planta y media con otras patologías, el resto es Covid19”.
Juncal señala que ahora que ya no se admiten visitas para ningún paciente “son tiempos de muchísima necesidad, de mucho dolor y mucha soledad y aquí la gente está muriendo sola porque en este tiempo los derechos personales se ven mermados por un bien común. Por librarnos de la pandemia, con unas medias muy estrictas, los derechos personales se ven afectados. Nosotros seguimos. El equipo de los sacerdotes está muy unido, con una disposición de colaboración hacia nosotras muy grande, pero es verdad que, entre tanta necesidad, nuestra labor se ve mermada por las circunstancias en que se desarrolla todo”.
En el SARE de Galdakao hicieron un discernimiento como equipo y decidieron permanecer en el lugar. “No huir, estar. Si es verdad –añade- que la actividad se ha visto afectada muy seriamente, pero nosotros como gesto y como forma testimonial estamos aquí”. La intervención ha cambiado muchísimo, pero ellos siguen “estamos con los profesionales, charlamos con la gente y escuchamos. Nuestra función principal es la escucha y ahora también. Ahora es la paradoja de que hay grandes necesidades a las que nosotros teníamos que dar respuesta, pero por las razones del bien común no las podemos hacer”. En el SARE han optado por reubicarse y ofrecerse para mil detalles “probablemente insignificantes”, pero estar ahí. “Nuestra opción es la permanencia, -dicen- el ofrecernos, sumar e incorporarnos a esta lucha desde el peso propio nuestro, pero aquí, permaneciendo”.
Concluye reconociendo el trabajo de los profesionales sanitarios “creo que en el hospital hay grandes héroes. Dentro de ese aplauso que la mayoría de la ciudadanía da a las 8 de la tarde, ese reconocimiento por ese sobreesfuerzo y esa sobreexposición que están teniendo, nosotros a ese esfuerzo el ponemos caras y nombres concretos que han perdido estos días a familiares, o los tienen enfermos y en cuarentena y ellos siguen aquí. A mí –reconoce Juncal- eso me parece de verdaderos héroes. La lectura que podemos hacer es que todos nos hemos sentido limitados y nos hemos dado cuenta de nuestra vulnerabilidad y de que hay otra manera de mirar la realidad. En una realidad tan dura como la actual y en esta explosión de dolor tan gigantesco ha habido otra explosión paralela de unión, de reconocernos de otra manera, de ser una lucha de equipo, de mirarnos y de empatizar con el otro de otra manera. Una forma diferente de mirar nuestro entorno ha surgido de todo este daño. Nosotros hemos optado por permanecer, por estar con los pequeños detalles y con lo que nos vaya ofreciendo cada día. Aquí, con esperanza y ofreciendo nuestro espacio abierto, nuestra capilla, nuestra acogida y por supuesto esa parte silenciosa de rezo, y de abrir un horizonte de esperanza.”
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