¿Qué reflexión realizas sobre este caso que ha tenido tanto eco en nuestro entorno?
En primer lugar, quiero enviar un gran abrazo a Amorebieta, a la familia de ‘Urren’. Ante hechos como este afloran nuestras emociones y nuestra primera reacción es la de estupor y la de no aceptar lo ocurrido. Es importante realizar una profunda reflexión y conocer por qué estos menores y otros, manifiestan esas actitudes violentas. En mi infancia también era frecuente tener peleas. Tenemos que dar otro paso y observar en qué tipo de familia viven, cómo les va en la escuela, etc.
Pero, ¿cómo interpretar lo ocurrido?
En primer lugar diría que los agresores son victimarios. Esto es, aunque sean menores de edad, hay que hacerles ver su responsabilidad y tenemos que responder duramente y firmemente ante lo que han hecho. Es decir, hay que mostrarles los límites, porque a veces ese es el problema: no han aprendido a medir los límites. Por otra parte, hay que ofrecerles tratamiento terapéutico y educador.
Hasta ahora también hemos conocido agresores menores de edad y hemos realizado tratamientos con ellos y considero que la experiencia vivida ha sido positiva. Recuerdo a un chico que estuvo con nosotros. En su momento mató, por accidente, a otros dos chicos. Tenía 23 años cuando comenzó a hacer terapia conmigo. Su proceso comenzó con 14 años. Tras años de terapia logró insertarse.
En este caso los autores son dos chicos de 13 y 16 años. ¿Cuál es el tratamiento?
Los servicios sociales tienen que ver cuál es la situación de esos chicos y tomar las medidas pertinentes. Está claro que es necesaria una labor social con ellos. En Europa, son distintos los sistemas que se establecen para los mayores de 14 años. Aquí, tiene que cumplir el castigo en un centro. Participará en un programa educativo. Tendrán que ayudarle a darse cuenta del mal que ha causado y a cultivar su mundo emocional. En algunos casos también se trabaja con la familia. Es muy importante invertir en prevención y en Bizkaia, es evidente que en ese campo tenemos menos problemas que en otros lugares. A pesar de todo, es importante seguir financiando los programas de prevención para evitar, en lo posible, sucesos tan trágicos como este.