Ayer domingo, a primera hora, el grupo comenzó el día orando en recuerdo y homenaje a todas las personas migrantes fallecidas en el mar Mediterráneo.
Además, también ayer, en Azir, visitaron una organización ecologista para conocer de cerca la tarea que desarrollan.
Impresiones
Al término del campamento, el grupo acompañante explica que están recogiendo la gratitud de los chavales «por tener la oportunidad de vivir esta experiencia que les ha ayudado a cambiar la mirada de este pueblo, de esta realidad, romper prejuicios y a crecer personalmente y encontrarse con Dios en las personas más vulnerables».
Uno de los jóvenes participantes, Ander Bargos destaca que para él el campo de trabajo de Alhoceima «ha sido una experiencia única». Bargos explica que, cuando le comentaron la oportunidad de tratar con personas en un psiquiátrico de Marruecos pensó que iba a ser duro «pero que valdría la pena. Y así ha sido, sin ninguna duda el acompañamiento en el psiquiátrico me ha ayudado a crecer personalmente, conocerme mejor a mí mismo y a salir de mi zona de confort, reflexionando haciéndome preguntas tan necesarias, pero que muy pocas veces nos planteamos. Es increíble, al igual que vergonzoso el tener que viajar a Marruecos para conocer el verdadero significado de hospitalidad. Me produce rabia el saber que un pueblo que nos recibe con las manos abiertas esté pasándolo tan mal. Me llevo una sensación agridulce y un sentimiento de esperanza por el cambio».
Otra de las participantes, Shuyana Izaga, dice sentirse «agradecidísima por las personas del psiquiátrico y del centro de día y por guiarnos en la reflexión encendiendo todos nuestros sentidos que nos conectan con nuestro ser mas profundo».