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02.08.2018
Los tres clérigos se irán de Sopuerta en septiembre

Eskerrik asko a la comunidad de San Viator

Jesús Alonso, Leonardo Pérez y Basilio Álvarez recibieron el pasado día 26 de julio, festividad de San Joaquín y Santa Ana, un sentido y emotivo homenaje de las comunidades parroquiales de Sopuerta, Galdames, Artzentales, Turtzios y Villaverde. Tras casi 70 años de presencia en la zona, los tres clérigos se marcharán de Sopuerta a sus nuevos destinos en septiembre. En sus palabras de despedida, animaron a todas las personas a seguir con la tarea educativa y evangelizadora en la zona, “con esperanza y alegría".

Los clérigos de San Viator llegaron a Sopuerta en el año 1951. Unos años antes Carmen Quintana Zabala, una vecina de la localidad, había hecho una generosa donación de terrenos y bienes con la condición de que «se emplearan para una institución de enseñanza confiada a la Iglesia». A instancias del entonces párroco de la localidad, D. Francisco Arteagoitia, se invitó a la comunidad de San Viator a hacerse cargo de esta institución. Los clérigos de San Viator accedieron a esta propuesta y establecieron en el nuevo colegio un centro de formación y enseñanza destinado a sus propios postulantes y a todos los jóvenes de Sopuerta y las localidades vecinas.

Son casi siete décadas en las que el centro educativo ha cumplido un papel esencial en la capacitación de la juventud de Enkarterri. Para el actual párroco de Sopuerta, Miguel Vera, “el alma de esta actividad” en todo este tiempo ha sido la de la comunidad de San Viator, ya que ha colaborado “activamente” en la atención pastoral de los pueblos del entorno “ganándose el cariño y el agradecimiento de estas comunidades”.

Un homenaje cariñoso

El día de Santa Ana, patrona de Sopuerta las comunidades de Sopuerta, Galdames, Artzentales, Turtzios y Villaverde rindieron un cariñoso y emotivo homenaje a Jesús, Leonardo y Basilio. El vicario territorial, Kerman López presidió la eucaristía en la que participaron personas de todas las comunidades parroquiales. Al finalizar la misa entregaron a cada uno dos presentes: un libro de recuerdos y una estola con su nombre. La jornada finalizó con un aperitivo compartido en la campa en la que se sitúa la ermita de Santa Ana.