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07.11.2014

`La sabiduría del corazón´

La parroquia del Carmen de Indautxu albergará, mañana, el acto oficial de comienzo de curso de Pastoral de la Salud. La religiosa Arantxa Jaka, del convento de las Agustinas de Aretxabaleta, ofrecerá una conferencia a partir de las 10:30 de la mañana. Hemos preguntado a la monja acerca del contenido de su intervención.

Por una parte, el sentido, lo central de la propia Sabiduría. ¿Qué es la Sabiduría? La humanidad, en tanto que es humanidad, la lleva en su ser, al tiempo que  crece, desarrolla esa sabiduría de vida y para la vida. Para ello no es necesario ser creyente; es un bien de la humanidad. Y, además, se trata de una riqueza que nos une. ¡Un gran y hermoso tesoro que hemos de recuperar!
Por otra parte, al hilo de lo anterior y como creyentes, debemos apelar a la Tradición, en nuestro caso a la Biblia que la recoge con hermosura y abundancia, traerla a nuestra presencia y convertirla en llamada y paso adelante.
¿Cuáles son las claves que han de tener en cuenta todos los agentes que participan en Pastoral de la Salud?
Teniendo en cuenta lo citado anteriormente, resaltaría lo siguiente: tomar en consideración la humanidad de la persona con todo respeto y dignidad. Segundo: saber escuchar y mirar. Repito, nos une la humanidad, y el saber unirnos en la humanidad, el comprendernos mutuamente en la humanidad, es el punto de partida para el resto; y más aún para los cristianos. Tercero: prudencia y discreción. Y, siempre, la ternura que surge del amor y alguna que otra caricia.
¿Qué diferencia aporta el ser creyente a la hora de acompañar a un enfermo?
Para un creyente cristiano, esta respuesta otorga un valor especial a la anterior: el enfermo-impedido-anciano que tenemos delante no es simplemente  una persona, un hombre o una mujer, sino la realidad, el fruto del proyecto de Amor y Vida de Dios. Y eso otorga santidad a la persona. Y también una vocación especial: que está llamada a la Vida Eterna Plena. Y, claro, otro elemento grande y hermoso: la oración. Esto es, poner toda la realidad, la suya y la mía, en manos del Dios de Jesús, para que Él la sane y, aún en la imposibilidad, de una manera u otra, siga viviendo.
¿Y cuando estamos enfermos?
Una cosa muy simple pero real que me brota cada vez más: hacer lo posible y de la mejor manera posible; lo más conveniente, claro, pero lo que se pueda.
Los últimos días se ha reavivado el debate de la eutanasia por el caso de Brittany Maynard. ¿Cómo podemos responder ante estas cuestiones desde la Iglesia?
No valen los planteamientos irreflexivos, simples; está en juego la dignidad de la persona (vivir y morir). Y eso es sagrado. De todas maneras, es lamentable que una muerte que sucede tan al límite sea la “protagonista”, en una sociedad que oculta tanto la propia muerte como la enfermedad. En mi opinión, lo que verdaderamente hay que cultivar con seriedad y profundidad es lo siguiente: respetando la dignidad de la persona, llevar con dignidad el proceso de la muerte para poder tener cierta calidad de vida hasta el final.
Cuando una persona decide acabar con su vida, lo más grave no es esa acción puntual, por muy dura que sea; lo más grave es la razón que le ha llevado a tomar esa decisión.
 

Arantxa Jaka.