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30.06.2014

“No quiero jubilarme de esto”

El Museo dedicado al Caserío que se encuentra en las inmediaciones del santuario de Urkiola acoge, a partir de este sábado, una exposición de unos cuarenta cuadros de la obra del octogenario pintor y grabador durangués, Javier Gorosarri. Son algunos óleos paisajísticos que muestran algunos rincones del entorno. A sus 85 años el pintor y tallador vive con pasión su afición por el arte.

El lápiz fue mi primera herramienta de trabajo. Desde muy pequeño, dibujaba en láminas las cosas que me gustaban. Más tarde, estudié en los maristas, en la escuela de Artes y Oficios y allí aprendí la técnica de la perspectiva. Luego comencé a pintar mis primeros cuadros pero me dí cuenta que tenía más futuro como tallador y me he dedicado más a esta labor.
¿Quiénes fueron sus referentes?
Durante mi juventud Durango y más en concreto, Tabira, era un lugar que acogía a diversos artistas de la época. Por ejemplo, el pintor y dibujante José Manaut pintó a mis hermanas vestidas de hilanderas y cuando vio algún dibujo mío me aconsejó pintar del natural. Hice caso a su consejo y comencé a recorrer caminos con mi coche y el lienzo.
Otro de los que vino por Durango fue el pintor paisajístico navarro Elías Garralda. Gracias a sus consejos mejoré mi técnica apostando por colores más vivos. Me enseñó a utilizar mejor la paleta.
Pero a lo que más tiempo ha dedicado a lo largo de su vida ha sido al grabado, ¿verdad?
He pintado muchos cuadros, unos 200. Algunos de ellos son copias de obras famosas pero en esos casos, he puesto siempre la autoría del cuadro original en el reverso del cuadro. En cuanto a la talla, me inicié gracias al maestro eibarrés Paulino Larrañaga. Fue quien me enseñó las primeras nociones sobre el grabado de cobre. Fue el quien me dio mi primer buril. Con 23 años comencé a prestar servicio a la mayoría de las joyerías del duranguesado.
¿Qué cuadros mostrará en la exposición de Urkiola?
Muestro el paisaje del entorno. Hay alguno que me gusta especialmente porque está realizado sobre una placa de oro y el brillo que proyecta es espectacular.
¿Y la jubilación?
Tengo los dedos gastados de tanto tallar pero es algo con lo que disfruto mucho. Hace unos años me llamaron desde Asturias para dar algunas clases sobre la técnica del grabado. Es una pena, pero no tengo a nadie que siga mis pasos.