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06.07.2014

Ayer concluyó un campo de trabajo en la cárcel de Basauri

Con el objetivo de “crear la experiencia de encuentro con el Dios de Jesús en el mundo de la exclusión”, desde el pasado día 3 y hasta ayer domingo, 6 de julio, se ha desarrollado un campo de trabajo en la cárcel de Basauri, en el que han participado 4 jóvenes de entre 20 y 23 años: Alain y Jorge (Eko-AGC) (de Cruces y Zorroza, respectivamente); Markel, del skaut, de Rekalde y Teresa, de Pastoral de Sestao.

El programa del campo de Trabajo de estos días ha consistido, por un lado, en la participación actividades dentro de la cárcel de Basauri (Torneo de parchís, tute, palas, futbito o pin-pon) y por otro, la realización de una lectura creyente de la experiencia vivida, en la parroquia de San Antonio de Etxebarri
Jorge Muriel, responsable diocesano de Pastoral Penitenciaria explica que han sido unos días intensos de contrastes, experiencias radicales, emociones y gratitud. “No todos los días podemos tener el lujo de reconocer al Dios de los excluidos y encontrarte cara a cara con Él. Este campo de trabajo ha tenido la pretensión de provocarlo y en la cárcel eso es fácil”.
Ayer domingo, por la tarde la experiencia finalizó con la Eucaristía dentro de la cárcel de Basauri “Una vivencia única para culminar una experiencia inolvidable”, concluye Muriel.
Un pequeño «cuaderno de testimonio cristiano»
Tras vivir esta experiencia, los participantes en el campo de trabajo han ido escribiendo sus “sensaciones”. Reproducimos algunas de ellas:
Markel: “Al comenzar la mañana y entrar en el coche se me iban removiendo las tripas por las sensaciones de intriga y la duda sobre qué me encontraría allí. Al llegar e ir entre las puertas no me sentía muy cómodo, la verdad, con tanta puerta, ertzaina, etc.”
Jorge: “Los gestos de las personas de estar agradecidos por el hecho de entrar y pasar un rato con ellos, son cosas que no se olvidan fácilmente… no se olvidan de dar las gracias. Cosas que nosotros olvidamos constantemente”
Alain: “Ahora sí! Ahora he visto el patio rodeado de muros altos y concertinas. He visto a hombres duros jugando competitivamente al fútbol, personas que como diríamos en la calle “tienen una pinta sospechosa”. He experimentado el caos, el jolgorio, las broncas, las conversaciones de drogas y delitos,… Y en medio de este pintoresco paisaje, Dios se me aparece y me ofrece algo de beber, en un cuerpo escuálido, tatuado y nervioso… Al contrario de lo que podía pensar en un ambiente así, me he sentido a gusto, acompañado”.
Teresa: “La gratitud con la que nos reciben me sigue sorprendiendo… y aprecio muchísimo algo: parece que somos nosotros los que vamos a ayudar y, en realidad, son ellos los que me están enseñando a apreciar lo bonito de la vida”.
Jorge: “Todos se han despedido dando la mano, pequeños gestos que nos recuerdan que los que están dentro son personas”.
Alain: “Ahora, espero tener la oportunidad de transmitir lo vivido a la gente de mi alrededor, dejando claro que la cárcel no reeduca y que dentro de ella también hay quien merece una segunda oportunidad”.
Markel: “En definitiva una experiencia preciosa y muy gratificante, donde hemos conocido otra realidad, posiblemente la realidad más triste. Una realidad distinta a los tópicos que nos encontramos en la calle. Con esta experiencia estoy dispuesto a cambiar esos tópicos, por lo menos entre mis amigos”.
Teresa: “Ha sido increíble tener la posibilidad de esta experiencia. Tengo la sensación de que son ellos los que me enseñan mucho más a mí (compartir lo que tienen, gratitud, apreciar las pequeñas cosas de la vida…) de lo que yo les puedo enseñar–ayudar a ellos. He entrado con las manos vacías y he salido con el corazón lleno!”