José Mari Bustinza, nació en San Miguel de Basauri, el 8 de septiembre de 1927 y fue ordenado presbítero, el 28 de junio de 1953, en la catedral de Santiago.
Estudió Teología, en Vitoria y tras ordenarse, entre 1953 y 1969, fue profesor en el Seminario Diocesano. De 1969 a 1982 estuvo en la parroquia de Ntra. Sra. de Covadonga, de Bilbao, primero como coadjutor y, posteriormente, como moderador del equipo presbiteral. Entre 1982 y 1992, fue párroco y coadjutor en la parroquia de los Santos Juanes de Bilbao y de 1999 a 2002, miembro del equipo presbiteral de San Antón, Santos Juanes, San Nicolás y Santiago, de Bilbao. Después de su jubilación siguió colaborando allí, hasta que se trasladó a vivir a la residencia sacerdotal de San Vicente.

De carácter extraordinario
Así le define su compañero presbítero y deán de la catedral de Santiago, Luis Alberto Loyo “Fue un hombre de carácter extraordinario y muy acogedor, al que la gente recuerda con mucho cariño».
Destaca de él, que fue un trabajador incansable y muy discreto “siempre a favor de la Unidad Pastoral: Un ejemplo de sacerdote, un párroco entregado a la parroquia. La Eucaristía era el centro de su vida y concelebraba, siempre que podía, en la iglesia de los Santos Juanes«, donde este viernes se celebrará su funeral.
Hasta hace unos tres años siguió colaborando en la Unidad Pastoral del Casco Viejo ”atendía a cualquier servicio que se le pidiera”. Jose Mari era una persona afable, “un hombre encantador”. A nivel académico muy culto, “con una gran preparación. También fue profesor de latín en el Seminario”.
“Jose Mari ha completado su recorrido con fidelidad y discreción. Ha hecho su camino con espíritu de servicio”
(Luis Alberto Loyo)
“Vuelve a Dios y por el camino deja muchos detalles que han trasformado el mundo de quienes hemos tenido la suerte de conocerle y quererle“
(Clara, compartió con él tareas pastorales en el Casco Viejo)
Buen humor
Su sobrino, el presbítero Jose Mari Arieta-Araunabeña Bustinza, dice que su tío Jose Mari podía parecer muy serio en principio, pero que tenía muy buen humor y una socarronería fina. Hombre “de su tiempo”, que supo vivir en cada momento las realidades que le tocaron.
Jose Mari recuerda muchas anécdotas de su tío, una de las últimas cuando recientemente le visitó un grupo de personas mayores de la Unidad Pastoral (UP) de Indautxu, que le preguntaron el motivo de su vocación y cómo se inició: “Don Martín me engañó”, les digo sonriendo. Y es que, en su juventud, Don Martín Sagasti era el párroco de San Miguel de Basauri e impulsor de muchas vocaciones. Bustinza fue el primero de los 17 seminaristas procedentes dicha parroquia en aquellos años.
Hombre fiel y familiar, muy querido y apreciado en su familia. Su sobrino dice que «de pequeños, cuando venía el tío con la moto nos daba vueltas a todos”. La moto, que a él le tocó en una rifa, fue una de las primeras que hubo en el Seminario.
Deporte
Otra de sus facetas a destacar es la del deporte “Fue muy deportista: futbolista, montañero y pelotari y muy aficionado a la pelota: se conocía los nombres y procedencias de todos los pelotaris”.
Tuvo un grupo con el que durante muchos años compartió sábados de montaña «Se recorrieron todos los montes de Euskadi». El grupo estaba formado, entre otros, por Joaquín Perea, Diego Berguices, Carmelo Etxenagusia, Jesús Monge, Abundio Velasco, Ángel Etxebarria y el propio Jose Mari Bustinza.
“In altum”
Ese es el título de la hoja anual que editaban los del curso del 53 del Seminario y en la que hasta el último número él también hizo sus aportaciones, junto con Benito Ansola.
«Gracias por todo lo que has compartido conmigo en la parroquia de Covadonga y lo que he aprendido de ti. Espérame en el cielo”
(José Mari Delclaux, presbítero)
¡QEPD!