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Bizkeliza 5 Portada 5 “A partir de septiembre seguiré contactando con la vida, pero de otra manera”
27.07.2011

“A partir de septiembre seguiré contactando con la vida, pero de otra manera”

Blanca Esther Iriarte pasará en breve el testigo al nuevo responsable del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, Jorge Muriel. La congregación de las Hijas de Jesús la ha destinado al barrio de las Delicias de Valladolid, en calidad de Consejera Provincial, con la encomienda de “cuidar y acompañar a las hermanas”. Aunque aún no conoce la realidad de su nueva ubicación, quisiera compaginar la tarea principal con “alguna actividad que me ayude a contactar con la gente que lo pasa mal, para vivir mi propia vida y la de los demás, de otra manera”.

Llegaste a Bilbao en el 98 de tu anterior destino en un centro educativo de Tolosa. ¿Cuál fue tu labor principal en nuestra diócesis durante aquellos primeros años?
Cuando llegué, me dediqué a estudiar Educación Social. Vine destinada a la comunidad de Otxarkoaga. Entonces, no conocía directamente nada relacionado al colectivo de presos, ni al tema de la adicción. Había una hermana que estaba vinculada a Bidesari, pero tuvo un accidente y me propusieron entrar. El año 2001 me nombraron responsable del piso de acogida de Iturriza para personas en proceso de deshabituación fuera de la cárcel. Durante los últimos tres años he realizado las labores de responsable de esta Pastoral manteniendo el contacto directo con los presos de Basauri.
Además de la prisión de Basauri has atendido, por medio de Bidesari, la de Nanclares de Oca. ¿Qué vinculación hay entre ambas?
En la de Basauri hay alrededor de 250 presos de carácter preventivo. Cuando la sentencia es firme, les trasladan a otras prisiones y se procura que los que han comenzado algún proceso en Bizkaia puedan proseguir en la cárcel de Araba. Las personas extranjeras son las que más dificultades tienen a la hora de continuar con los procesos de cambios educativos.
¿Qué importancia adquiere la dimensión de la fe dentro de la cárcel?
La gente que vive situaciones límites, se aferra muchas veces a alguna esperanza. En este sentido, es realmente sorprendente lo presente que está para muchos presos el tema de la fe. El contacto con los voluntarios o los trabajadores de Bidesari les ofrece la cara amable de la prisión, la esperanza. La figura de los capellanes es muy valorada. La participación en las celebraciones eucarísticas es importante. Los presos encuentran un espacio abierto donde expresar sus emociones y sus preocupaciones.
¿Ha cambiado mucho el perfil de los presos durante los últimos años?
El color de la prisión está variando pero el colectivo de presos no ha cambiado tanto. Son personas con muchos años de adicción y con diferentes experiencias de tratamiento. El problema actual es que muchos tienen problemas mentales. Los extranjeros tienen la dificultad añadida del idioma, la falta de apoyos familiares, los contextos desconocidos…
A partir de septiembre te vas a enfrentar a nuevos retos, ¿cómo los afrontas?
Me voy a otro mundo. A un barrio llamado Delicias, en Valladolid. Me gustaría seguir compaginando la tarea principal encomendada, que es la de cuidar y acompañar a mis hermanas, pero sin dejar de lado la otra dimensión: la da tocar a la gente que lo pasa mal.