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15.12.2015

Conquista la Paz

Cada 1 de enero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial por la Paz. En esta ocasión, el Papa Francisco se ha centrado en el lema “Vence la indiferencia y conquista la paz” para su Mensaje. Por su parte, el obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, presidirá este mediodía, a las 12:00 h., la primera misa del año en la Basílica de Begoña.

La Jornada Mundial de la Paz llega hoy a su 49 edición. El Papa Francisco, en su mensaje, transmite sus mejores deseos “de abundantes bendiciones y de paz, en el signo de la esperanza, para el futuro de cada hombre y cada mujer, de cada familia, pueblo y nación del mundo, así como para los Jefes de Estado y de Gobierno y de los Responsables de las religiones. Por tanto, -dice el pontífice- no perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos”.
El Papa lamenta en su texto “las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones, han marcado de hecho el año pasado, de principio a fin, multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamar una ‘tercera guerra mundial en fases’”.
Un año especial
Francisco destaca que el año 2015 ha sido también especial para la Iglesia, “al haberse celebrado el 50 aniversario de la publicación de dos documentos del Concilio Vaticano II que expresan de modo muy elocuente el sentido de solidaridad de la Iglesia con el mundo”.
El Papa concluye haciendo un llamamiento urgente “a los responsables de los Estados para hacer gestos concretos en favor de nuestros hermanos y hermanas que sufren por la falta de trabajo, tierra y techo. Pienso en la creación de puestos de trabajo digno para afrontar la herida social de la desocupación, que afecta a un gran número de familias y de jóvenes y tiene consecuencias gravísimas sobre toda la sociedad. La falta de trabajo incide gravemente en el sentido de dignidad y en la esperanza, y puede ser compensada sólo parcialmente por los subsidios, si bien necesarios, destinados a los desempleados y a sus familias. Una atención especial debería ser dedicada a las mujeres —desgraciadamente todavía discriminadas en el campo del trabajo— y a algunas categorías de trabajadores, cuyas condiciones son precarias o peligrosas y cuyas retribuciones no son adecuadas a la importancia de su misión social”.
Y, por último, el pontífice invita a realizar acciones eficaces para mejorar las condiciones de vida de los enfermos, “garantizando a todos el acceso a los tratamientos médicos y a los medicamentos indispensables para la vida, incluida la posibilidad de atención domiciliaria”.