“Dejándolo todo le siguieron”

El obispo de Bilbao ha escrito una carta dirigida a toda la Diócesis en la que invita a orar “insistentemente y sin desfallecer” por las vocaciones porque “el ministerio de los sacerdotes es indispensable para la vida de los creyentes y de las comunidades”.
El Papa Francisco, en un encuentro mantenido con seminaristas el pasado mes de julio, en Roma, les pidió sobre todo ejemplaridad. “Necesitamos seminaristas coherentes, auténticos, que prediquen el Evangelio con su propia vida”, les dijo.
En este momento nuestro Seminario Diocesano cuenta con diez seminaristas en proceso de formación. Este año se han incorporado tres nuevos:
Álvaro Merello decidió hacer una actividad de voluntariado, hace dos años, con las Misioneras de la Caridad. En esos días de servicio sintió que Jesucristo puso en su corazón la semilla del sacerdocio. La semilla fue creciendo hasta que consiguió la fuerza para “vencer los miedos que le impedían dar el paso”. Ha transcurrido casi un año y Álvaro está contento con su decisión.
Jorge Ugalde recuerda que su primer encuentro con el Señor se produjo con 14 años. Tras la primera perturbación intentó olvidarlo y continuó con sus planes. Sin embargo, cuando finalizó la etapa del colegio volvió a encontrarse y no quiso “esquivarlo”. Y así ha llegado al seminario de Bilbao.
Miguel Ángel Esnaola es el veterano en las instalaciones del Refugio, actual sede del Seminario diocesano. Tras constatar que la vida y la fe son demasiado grandes como para dejarlas recluidas en su “pequeña vasija de barro” decidió confiar en Él. Así comenzó a percibir  la presencia de Dios en lo pequeño e irrelevante, “haciendo de la realidad bienaventuranza, promesa de futuro”.