Los padres franciscanos son una institución en Bizkaia y en Forua, donde han mantenido una comunidad viva desde hace 305 años. Ayer, el pueblo rindió un emotivo homenaje a los tres últimos religiosos que residían en el convento que cierra ahora sus puertas. «Nos marchamos, pero no muy lejos– apostilla el fraile Jesús Mari Madariaga-. Félix y Pedro se trasladan al convento de Bermeo y yo, al de San Francisco, en Bilbao».
Son los signos de estos tiempos en una sociedad cada vez más secular en la que, con la creciente disminución de las vocaciones religiosas en nuestro entorno, las congregaciones optan por adecuarse a cada realidad. Es el caso de los franciscanos de Forua que, tras 300 años de permanencia, las circunstancias les obligaron a trasladarse desde la isla de Izaro al municipio colindante a Gernika, en el s. XVIII. Tres siglos más tarde, vuelven a mudarse.
En Izaro desde 1422
La isla más grande de Bizkaia, Izaro, alberga una historia ligada a los padres franciscanos que es bien interesante. Allí, el obispo de Calahorra Diego López de Zuñiga y Fray Martín de Arteaga, el primer superior de la comunidad, fundaron un convento a principios del s. XV.
Aun se observan en la isla los restos de alguno de los 240 escalones de la escalera de acceso del mar hasta el convento que se construyeron con el dinero que donó la reina de Castilla. En esa época, además de Isabel I pasaron por Izaro su hermano Enrique IV y su marido Fernando el Católico. Entonces los Reyes se acercaban al convento a rezar, tras jurar los fueros ante el árbol de Gernika y en la iglesia Santa Eufemia, de Bermeo.
El convento
Cuatro frailes dirigidos por Fray Martín de Arteaga, que posiblemente eran de Gernika, fundaron el primer convento de la rama de los frailes observantes en la isla. Ese mismo año, se fundó el convento de las clarisas, junto a la Casa de Juntas de la villa foral, que también cerró sus puertas el pasado mes de abril.
El convento era un edificio de más de 1000 metros cuadrados de superficie. Disponía de un patio central con un pozo, del que aun se conserva la boca, que está cegado. En el entorno al pozo estaba la iglesia nueva, la antigua, la zona de residencia de los frailes y el refectorio y las cocinas cerca del huerto.
Un ataque pirata a finales del XVI
El convento siguió recibiendo muchas visitas y limosnas y en 1596, una flotilla de corsarios franceses atacó Bermeo. Como la población estaba amurallada tuvieron dificultades para entrar . Dos o tres embarcaciones desembarcaron en Izaro. Cogieron como prisioneros a dos frailes, les maltrataron, rompieron todas las imágenes que había en el convento y lo quemaron. Desapareció toda la documentación que había en el archivo en ese momento. Quemaron la casi totalidad del convento, excepto la iglesia y el claustro. El lugar no se recuperó y finalmente, en 1719, los frailes solicitaron abandonar la isla.
Quisieron abrir un convento en Mundaka, pero el ayuntamiento se opuso. Finalmente, Francisca González Palacio y Ángela de Estalajo (madre e hija) les cedieron su casa de Forua. Los frailes se trasladaron al municipio, llevándose consigo todo lo que tenían en el convento. Allí han permanecido hasta la actualidad.
Despedida de la Unidad Pastoral, en septiembre
El sábado, 21 de septiembre, la Parroquia de San Martín de Forua acogerá otra ceremonia de agradecimiento organizada por la Unidad Pastoral.
Posteriormente, habrá una comida popular en un restaurante de la zona.