10 personas han entrado en la prisión de Basauri estos días. Por las mañanas, estaban con los internos y, a través de juegos de mesa, procuraban ofrecerles «un tiempo de escucha, dialogo y alegría». Por las tardes, la lectura creyente de la realidad (acompañada por el delegado de Anuncio y Catequesis, Galo Bilbao) ayudaba al grupo “a reconocer el encuentro con Dios. Un encuentro encarnado en el sufrimiento, con seres humanos que están viviendo en un espacio de dolor y olvido. Personas con nombre, con pasado, pero sobretodo con un futuro lleno de esperanza que el Dios de los pobres ofrece a los últimos”, destaca Muriel, quien añade que han sido unos días de inolvidables anécdotas, oración, escucha y “estar” “saber estar”. “Días llenos de humanidad, en los que Dios se ha cruzado en nuestro camino invitándonos a contagiar esperanza”.
Pastoral Penitenciaria agradece su participación al grupo de 8 personas que han tomado parte en la experiencia “por su valentía y esfuerzo”, a la parroquia de Ariz (Basauri) “por su acogida y disponibilidad”; a Óscar Jiménez (director de Bidesari) y Galo Bilbao “por su acompañamiento. El primero dentro de la cárcel y el segundo en la lectura creyente de la realidad” y al presbítero Andoni Uriarte “por su sencillez y profundidad en la eucaristía del domingo”.
Muriel finaliza con una frase expresada durante estos días “que me ha ayudado a entender cómo me evangelizan los presos. Decía una compañera: “yo creo que los presos han hecho un campo de trabajo conmigo. Por eso estoy agradecida. Me han dedicado su tiempo, han tenido paciencia conmigo, me han transmitido cariño. Y yo, yo sólo he jugado al parchís”.