Son subsaharianos procedentes de Ceuta y Melilla, que abandonaron sus países hace más de un año y que han atravesado el Sahara en varias etapas. Según datos proporcionados por Enrique Ordiales, director del Centro de Acogida Lagun Artean, los viajes están organizados por tuaregs argelinos, que les cobran el trayecto tomando como avales los bienes familiares (si los hubiera) y, en al menos dos casos, tomando como rehenes a hermanas de los emigrantes, siendo prostituídas en las ciudades Fez y Tánger.
Estos grupos parecen estar organizados en forma de mafias y de acuerdo con “curanderos” y brujos tradicionales a quienes pagan una comisión. El viaje hasta Argelia se hace en grandes camiones, el desierto lo atraviesan con “todoterrenos” en grupos de diez y los que enferman o caen de los vehículos, son abandonados a su mala suerte.
Los recursos nocturnos de urgencia de Bilbao (todos ellos llenos en tiempos normales) son los siguientes: Albergue Municipal de transeúntes, 40 plazas (3 días de estancia cada 3 meses). Albergue Municipal Módulo de inserción, 25 plazas (no los están aceptando por no tener empadronamiento). Centro de Noche Lagun Artean, 30 plazas. Hontza, 16 plazas (sólo toxicómanos). Albergue Ozanam (de la Sociedad de San Vicente de Paúl), 10 plazas, (Entrada muy selectiva. Estancias de 6 meses. No han acogido a ningún subsahariano por el momento). Albergue Municipal de Mazarredo, 32 plazas (Preferencia por personas que lleven mucho tiempo en las calles de Bilbao. No es el caso de los subsaharianos). Dispositivo de invierno, 50 plazas (Apertura prevista para hoy, 1 de diciembre, aunque parece que se retrasará algunos días).
Se detectan también problemas de ropa, al no existir todavía un servicio centralizado. En Lagun Artean han dado vales de Ekorropa durante el mes de noviembre por unos 600 € (el doble de lo normal). Según los responsables de Lagun Artea, Asociación que nos ha proporcionado estos datos “Nuestra identidad cristiana debe constituir la garantía de una acogida fraterna: la persona que acude a nosotros debe ser vista como hijo de Dios, hermano nuestro, e incluso carne de nuestra carne. Por eso ofrecemos no sólo remedio, sino también compañía fraterna; no sólo cama, pan, ropa y un compromiso serio por la reinserción o normalización de las personas excluidas, sino que además queremos empeñar en ello nuestras propias vidas. Esta identidad nos lleva a una vinculación eclesial afectiva y efectiva, que se plasma en múltiples convenios o contratos tanto con la Diócesis como con Cáritas: cesión de personal, voluntarios, inmuebles, redes de actuación social, etc.”