Las dominicas recibieron ayer en una visita privada, al lehendakari y su esposa, Lucía Arieta- Araunabeña, cuya tía abuela formó parte de la comunidad de Lekeitio.
En la misa que se celebró a continuación, Mons. Iceta subrayó algunas ideas del papa respecto a la importancia de la vida consagrada y en concreto de las hermanas contemplativas en el mundo actual. Su misión para la Iglesia es la de “ser faros y antorchas”. Se refirió al faro de Santa Catalina, guía de los arrantzales durante siglos y comparó a las religiosas dominicas de Lekeitio con esa luz “que no se ha apagado nunca” en 650 años indicando “el camino, la verdad y la vida” de los lekeitiarras.
Antes de la eucaristía el obispo visitó también a la comunidad de agustinas recoletas que residen en la localidad marinera para agradecerles su servicio a la Iglesia.
El acto posterior, dirigido por el cura local D. Benito Ansola, se celebró en la huerta del claustro del convento. Allí la priora dio la bienvenida a los presentes agradeciendo a Dios que haya sostenido durante tantos años la comunidad. Tras las intervenciones del alcalde Koldo Goitia y la presidenta de las Juntas Generales, Ana Otadui, el obispo bendijo el retoño del árbol de Gernika. El aurresku de mujeres y el baile de las religiosas dominicas africanas cerraron la programación de un día cargado de emociones.