El Día de todos los Santos y nuestras tradiciones

La visita al cementerio del Día de Todos los Santos es una costumbre relativamente nueva, corresponde a los años 50 y 60 del siglo XX. Akaitze Kamiruaga, responsable del Departamento de Patrimonio del Instituto Labayru detalla algunas costumbres ligadas al Día en nuestro entorno.
Los enterramientos en las Iglesias, documentados en el medievo se generalizaron en el siglo XVIII y finalizaron en el XIX. Cada familia poseía una sepultura, que se entendía que formaba parte de la casa familiar. “Los miembros de la familia se colocaban en el templo, en el mismo lugar donde estaba ubicada la sepultura de su pariente”.
En nuestra Diócesis, en los trabajos de investigación que se han realizado en las últimas décadas en el solado de los templos históricos, se ha comprobado que prácticamente todo el suelo del templo estaba ocupado por sepulturas, excepto el suelo del presbiterio. En el Archivo se encuentra, por ejemplo, un plano de las sepulturas de la basílica Santa María de Lekeitio.
Con la ley de Carlos III de 1787, puesta en vigor en 1804, se estableció que, por razones de higiene, los enterramientos se hicieran en cementerios apartados del núcleo urbano. Los familiares de los difuntos encendían velas, colocaban un mantel negro y blanco en el lugar donde había estado la sepultura y rezaban un responso por el fallecido. «De ahí que luego, antes de extenderse la costumbre de llevar flores al cementerio, llevaran primero velas».
Día de los Difuntos
Mañana se celebra la fiesta que parece surgir con el crecimiento y la propagación de las comunidades monásticas y la práctica de la conmemoración de los miembros difuntos de monasterios. Con el tiempo, esta costumbre, se extendió a toda la Iglesia. En nuestro entorno este día se celebraba una misa en la misma capilla del cementerio.