¿Qué balance realizas de estos cinco años de servicio en Educación?
Pasar de una parcela particular a un ámbito tan amplio como es lo educativo en el contexto de una diócesis, requirió al principio de un tiempo para situarse. El intento ha sido acompañar al profesorado de religión en cuestiones organizativas y formativas generales y en la cercanía en las cuestiones particulares que van surgiendo; en los centros diocesanos, en los que la dirección ha impulsado una planificación estratégica como red. Tras la visita pastoral de nuestro obispo a lo largo del curso pasado, se ha elaborado el Plan Marco de Pastoral de EBI Elizbarrutiko Ikastetxeak, que será la brújula pastoral de ahora en adelante. También la relación con el resto de centros católicos presentes en la diócesis, la colaboración con la Escuela de Magisterio Diocesana (Begoñako Andra Mari) y con las entidades culturales de la diócesis…
No me imaginaba que el tramo final de mi recorrido en el departamento fuera a coincidir con la crisis de la COVID-19. Asistir al gran esfuerzo de adaptación que la escuela ha realizado y sigue realizando ha sido impresionante.
¿Hacia dónde caminamos?
Los cambios legislativos que están en tramitación parlamentaria y sus repercusiones en la complementariedad de las redes privada/concertada, la presencia de la religión en la escuela y otras cuestiones; la tendencia demográfica negativa; los últimos acuerdos laborales en los centros de iniciativa social; la propia crisis de la COVID… dibujan un panorama retador para la educación católica; motivo de más para impulsar un pacto educativo que asiente las bases de un acuerdo firme y a largo plazo. El papa Francisco ha promovido el Pacto Mundial sobre Educación, que tendrá su lanzamiento el próximo 15 de octubre, y en el que los agentes políticos y sociales se han interesado. Hay que mantener el espíritu del diálogo y el acuerdo.
Han sido muchas las tareas que has tenido entre manos, ¿qué destacarías?
El profesorado de religión lleva adelante su labor en la frontera, afrontando a menudo trabas, superando la limitación de una carga lectiva insuficiente, que ahora todavía podría verse más condicionada por un proyecto que la hace no computable y elimina la asignatura alternativa. El miércoles 17 el proyecto de ley LOMLOE ha superado las enmiendas presentadas y avanza en su tramitación; para hacer oír la voz en defensa de una asignatura de religión en condiciones, la iniciativa en las redes #ReliSumaMas nos ha movilizado telemáticamente. La Comisión de educación de la CEE también emitió ese día una nota al respecto.
También la COVID-19 ha implicado un esfuerzo de adaptación al profesorado de religión, que ha dado lugar a un intercambio de recursos y propuestas: entre ellas el vídeosaludo como despedida de curso enviado al alumnado.
Por otro lado, los centros diocesanos, que tienen en sus aulas a 11.000 alumnos/as, son una plataforma en la que el anuncio del Evangelio llega a muchos niños y jóvenes; todos somos conscientes y hay que hacerlo bien. El mencionado Plan Marco de Pastoral pretende incidir en esa línea trabando relaciones centros-familias-comunidad cristiana, cultivando el aspecto espiritual, conectando las iniciativas solidarias con el Evangelio… En ese sentido, creo que el acuerdo de EBI Elizbarrutiko Ikastetxeak con Cáritas para desarrollar el proyecto Bihotzondoz eraturik – comunidades educativas con corazón va a ser muy fructífero.
¿Cuales son los principales retos ahora?
La carta pastoral de los obispos del País Vasco y Navarra sobre educación coincidió que vio la luz casi al mismo tiempo en que empezaba yo a entrar realmente en la tarea. Ahora solo quiero traer a colación el propio título de la carta, extraído de los Salmos: Me enseñarás el camino de la vida. En la medida en que la educación cristiana enseñe a vivir plenamente, fiel al tesoro que encierra, será una propuesta significativa y valorada. Para ellos necesitamos sumar profesionales vocacionados y que sean auténticos testigos, tenemos que seguir avanzando en la integración de cada centro educativo en la comunión y misión de la comunidad cristiana en que está inserto, con corresponsabilidad y de forma operativa, tenemos que hacer patente –con más urgencia en la escuela pública- que la enseñanza religiosa –más allá aún de sus apoyaturas legales- aporta mucho para una educación integral…, por citar algunos de los retos que hay por delante. Las personas que conforman el nuevo departamento de educación y la propia configuración del mismo son unos excelentes mimbres para llevar adelante con ilusión, con competencia y sin escatimar esfuerzos, esa labor.