La pastoral de conjunto en el ámbito de Deusto comenzó con lo que en aquel tiempo (años 70 del pasado siglo XX) se conocía como “sector pastoral”. Ya entonces existía una cierta coordinación de algunas tareas parroquiales y una relación con los colegios de la zona. El año 2002, con el empuje de la “remodelación pastoral diocesana”, se puso en marcha un proceso de conocimiento y reconocimiento de los sujetos eclesiales con presencia en la zona. Un paso importante se dio con la constitución de un Equipo Ministerial provisional y de un Consejo de la UP. Aquel primer Equipo Ministerial estaba formado por tres presbíteros (un pasionista, un salesiano y un secular), tres personas laicas con responsabilidades en los ámbitos de caridad y de familia y un hermano de La Salle con responsabilidad en el campo de la pastoral juvenil.
“El trabajo en común, respetando la autonomía legitima de cada realidad, se valoraba como muy satisfactorio. Las buenas relaciones interpersonales, así como el sentirnos comprometidos en la misma misión, funcionaron como facilitadores de la comunión”, explica Javier Oñate, presbítero de dicha Unidad Pastoral. “En ese ambiente se fue estableciendo un calendario común de encuentros y celebraciones para toda la UP”.
Oñate señala que durante estos años de vida pastoral compartida han sido acompañados tanto por el obispo, fundamentalmente D. Mario, como por el vicario territorial, primero José Luis Achotegui y luego Antón Rey. «Ellos han participado en muchos de nuestros encuentros, reuniones y celebraciones, animándonos siempre a continuar en la paciente tarea de fraguar la Unidad Pastoral”.
En el programa de objetivos de la UP para este curso 2017-2018 se asumió entre otros el de constituirse oficialmente como UP. Para ello, y desde el pasado septiembre de 2017, ha comenzado a funcionar un nuevo Equipo Ministerial y continúa el Consejo de la UP. “Con la erección canónica de la Unidad Pastoral continuamos el camino que vamos haciendo con la meta de vivir y proponer juntos el Evangelio de Jesucristo en el barrio y en el tiempo que nos toca vivir. El Espíritu Santo nos ayudará y animará”, concluye Oñate.