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28.06.2010

“El ministerio es ante todo servicio”

El Obispo Administrador Apostólico de la Diócesis, mons. Mario Iceta ha pronunciado estas palabras durante la celebración de las Bodas de Diamante, Oro y Plata Sacerdotales que hoy tienen lugar en Bilbao. A continuación reproducimos íntegramente el texto de su homilía:

Abade-lagun maiteok:
1. Jainkoari gure esker ona agertzeko egun berezia dogu gaurkoa. Bere maitasunak eraginda, bere deiari jarraituz, bere testiguak gara.
Hemos venido con gozo a dar gracias a Dios en las bodas de diamante, oro y plata de nuestros hermanos. Os invito a hacer memoria agradecida de vuestra vocación, del camino que Jesús ha querido recorrer con vosotros. Un día os llamó, percibisteis el amor que se escondía tras esta llamada, respondisteis con generosidad y Jesús tomó para siempre vuestro corazón. Qué bien lo expresan las palabras del profeta “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir”.
2. Jesusen deia entzun dogu behin eta barriro gure bizitzan zehar. Hainbat bidelagun ditugu, etxean, lagunartean eta eliz-alkartean. Guztiok ekarri nahi ditugu gogora, bihotzera, otoitzera.
Seguramente recordáis las circunstancias de aquél encuentro con Jesús, Señor y amigo, que os invitó a ser discípulos suyos. La fe que vivisteis en vuestras familias, vuestros padres y hermanos con los que compartisteis el amor del hogar, la parroquia o comunidad religiosa donde celebrasteis vuestra fe y donde la llamada iba tomando forma, unos rostros concretos, sacerdotes, religiosos o religiosas, catequistas, gente sencilla que el Señor, como ángeles, iba poniendo en vuestro camino y con los que siempre mantendremos una deuda impagable. Recemos también por ellos. El apóstol San Juan relata vivamente cómo fue su encuentro con el Maestro. Era la hora nona. Y el Señor le invitó sin violentar su libertad, pero con una persuasión cautivadora que lo enamoró para siempre: “Ven y verás”. También nosotros nos fiamos de esas palabras, fuimos, vimos y nos quedamos con Él para siempre.
3. Artzain Onaren irudia da gure eredua. Bere antzera, kristau alkartea eta gizadi osoa maitatzera deituak gara, zerbitzariak izanik.
Han transcurrido muchos años desde aquel momento. El día de la ordenación diaconal y, posteriormente sacerdotal, nuestro ser discípulos y amigos del Señor adquirió una configuración nueva. Él había prometido a su pueblo: “Os daré pastores según mi corazón”. Y con nosotros quiso cumplir esa promesa. Cristo, único y supremo pastor, nos ha configurado con su persona de un modo nuevo. Tomados del pueblo, somos puestos ante él como servidores. El ministerio es ante todo servicio. El pastor entrega la vida y nuestra configuración con Cristo Buen Pastor ha sido ante todo entregar la vida, gota a gota, cada día, no como un voluntarismo sin sentido, sino como expresión de amor, porque el sacerdocio es don y misterio de amor, es entrega amorosa de la vida, agarrados de la mano de Jesús, donde podemos percibir el agujero del clavo, signo perenne de su amor por toda la humanidad.
4. Artzain Onak bere konfiantza osoa emon deusku. Gure eskuetan jarri da. Bere graziak emoten deutso kategoria gure buztinari. Bere indarra gure izate makalean agertzen da. Bere maitasunak betetzen ditu gure hutsak eta arintzen gure minak.
Si somos sinceros con la historia de nuestra vida, nos daremos cuenta de que ha sido un entrecruzarse nuestro barro y su gracia. Efectivamente, como afirma San Pablo, este ministerio lo llevamos como en vasijas de barro. Dios no quiso elegir la dureza del acero o la preciosidad del oro. Prefirió la humildad de la arcilla. La arcilla de la tierra que en el Génesis fue insuflado por el espíritu de Dios y nos dio la vida, plasmando su imagen y constituyéndonos en hijos. El barro de nuestra pequeñez que es modelado por sus manos amorosas y transformado por su gracia. Esta humilde arcilla, es el objeto del amor de Dios, el material donde ha querido encarnarse. “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo. No quieres sacrificio expiatorio y entonces yo digo, aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. Con nuestro barro Dios ha obrado en su pueblo la historia de la salvación. Él ha contado con nuestras limitaciones, incluso con nuestros pecados. Él asumió nuestra carne, no la aborreció ni la rehuyó, para manifestar su amor, su ternura y su misericordia. Y ha hecho que nuestra arcilla fuera fuente de gracia para su pueblo y para nosotros. Hemos visto en el Evangelio de hoy cómo Pedro, consciente de sus limitaciones y pecados, invita al Señor a alejarse de él: “Apártate de mi, que soy un pecador”. Pero cómo el Señor le confirma, y le envía: “No temas, rema mar adentro”. Yo estoy contigo. Yo cuento con lo que tú eres. Te conozco bien y te amo. “A partir de ahora serás pescador de hombres”. El amor, en Dios, es perdón. Su omnipotencia consiste en su misericordia. Quizás hay veces en que nosotros mismos nos escandalizamos de nuestras insuficiencias y limitaciones, e incluso de nuestros pecados. Pero Jesús cuenta todo nuestro ser y su amor nos restaura y nos torna de la muerte a la vida.
5. Eskerrak emon daioguzan Jainkoari gure bokazioagaitik. Bera dogu gure euskarria, gure poza eta itxaropena.
En este año sacerdotal, miremos con agradecimiento la historia de nuestra vocación. Cómo en ella se ha manifestado el amor de Jesús. Por encima de nuestras debilidades, nuestros cansancios, nuestras soledades y fracasos, Él nos ha sostenido y acompañado. Nuestra historia ha sido historia salvación, manifestación de su gracia y su fidelidad. Ojalá nos diera los ojos para percibirlo. Me viene a la memoria la oración tan hermosa de San Claudio de la Colombiere. Os recuerdo algunos fragmentos:
Dios mío, estoy tan persuadido de que velas sobre todos los que en Tí esperan y de que nada puede faltar a quien de Tí aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Tí todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza. Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de servirte; yo mismo puedo perder tu gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz. Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.
6. Abade leial eta zerbitzari zintzo izatean dago gure zoriona. Sarritan estu eta larri bili arren, lanak eta ardurak ez gaitue triste jarri behar. Alkarri lagunduz, itxaropena sendotuz, bizi-poza sentidu eta zabaltzea tokatzen jaku. Gure Eliza erabarritzeko eta gaurkotzeko, danok gara beharrezkoak.
En esta hermosa mañana, nos hemos reunido los hermanos sacerdotes en torno al altar para renovar nuestro agradecimiento a Dios, renovar nuestro sí a la invitación del Señor y recomenzar de nuevo con ilusión rejuvenecida. Hemos sido llamados al sacerdocio, queridos hermanos, ante todo para ser felices. El Señor no nos quiere estresados, sobrepasados de trabajo, aturdidos. El estrés, el estar siempre en estado de emergencia, nos produce un doloroso desgarro, nos desfonda interiormente e incluso algunos hermanos nuestros llegan a romperse. No es ese el plan de Jesús cuando nos ha llamado a ser sus amigos. Dejemos que Él restañe nuestras heridas y nos devuelva la esperanza y el amor primero que nos deslumbró. Ayudémonos unos a otros a vivir el ministerio con confianza y alegría. Intentemos vivir con sencillez, austeridad, en el amor, la esperanza y la confianza. Ojalá el Señor nos done su Espíritu para atinar entre todos una nueva forma de vivir el ministerio en nuestra Diócesis, en la espiritualidad de la ansiada remodelación pastoral que nos ayude a afrontar el reto de la nueva Evangelización con un estilo acorde a los nuevos tiempos sin perder el horizonte de la alegría y la esperanza que brotan de la percepción de un amor que trasciende todas las cosas y que, al mismo tiempo las sustenta y llena de sentido. Que el trabajo pastoral no nos rompa. La entrega generosa y el sacrificio en la responsabilidad pastoral no están reñidos con la alegría y la esperanza. Busquemos juntos formas nuevas, juntos con nuestros hermanos religiosos y laicos. La tarea es de todos. Todos estamos convocados a trabajar juntos, en comunión, en amor fraternal, en la viña del Señor.
7. Jainkoari eskerrak amonaz batera, eskerrak emon gura deutsuedaz guztioi, eta batez ere gaur urteurren borobilen bat ospatzen dozuenoi. Bene-benetan, Jainkoaren maitasuna ezagutu dozue eta sinistu egin dozue Beragan, pozaldietan eta estualdietan.
Queridos hermanos que hoy celebráis vuestro aniversario. Gracias por vuestra entrega. Gracias por vuestro servicio. Gracias por vuestra fidelidad. Vuestra vida y ministerio son preciosos a los ojos de Dios y a los ojos de la Iglesia y de la humanidad, aunque a veces no se explicite o pase desapercibida. Así se cumple la afirmación de San Pablo: “nuestra vida está escondida, con Cristo, en Dios”. La entrega de vuestras vidas no ha sido inútil. La parábola de la semilla que cae en tierra y muere, pero que muriendo da mucho fruto, es imagen de la realidad profunda de vuestra fidelidad. Bien conoce Jesús vuestras fatigas, vuestras luchas, vuestros cansancios, las dificultades interiores y exteriores. Él las asocia a su misterio de entrega para la vida del mundo. En su cruz abrazó todos los sufrimientos del mundo, también los nuestros. Y de su costado abierto brotó para siempre el torrente de agua viva que salta hasta la vida eterna. Hemos oído al apóstol San Pablo que todo lo estima basura en comparación al conocimiento de Jesús, por el cual lo dejó todo. También podemos decir con San Juan: “Nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él”: Que este conocimiento del amor de Dios no se apague en nuestras vidas. Que sea la luz que guíe todas y cada una de nuestras jornadas. Que cada mañana, con la salida del sol, que es anuncio de Cristo, hagamos memoria de que la llamada de Dios es irrevocable y renovemos alegres nuestra vocación de servirle en nuestros hermanos, particularmente en los crucificados de nuestro tiempo. Y cuando llegue la noche, hagamos memoria de que Cristo luz, no conoce el ocaso. Que su amor no se apague en nuestras vidas.
8. Goiz eder honetan Jainkoari eskerrak emotean, zelan ez gogoratu zuen lanak eta zuen zerbitzua! Jainkoak Berak bedeinkatu dagizala zuen asmoak eta egin zagiezala bere maitasunaren testigu gure gizartean.
Queridos hermanos sacerdotes. Cuánto bien ha hecho vuestro ministerio en el mundo. Con vosotros se hace realidad cada día el anuncio profético cumplido en Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor.” También nosotros podemos proclamar con humildad estas palabras. Estad seguros que por vuestro ministerio y por vuestro testimonio ante el mundo, el Reino de Dios está más cerca y va adquiriendo forma progresivamente entre nosotros y en el mundo. Nuestro ministerio es un servicio preferencial a los que sufren todo tipo de pobrezas y marginaciones. Dios recompense vuestros desvelos. Miremos el futuro con esperanza, con el Señor y juntos, aunque seamos pocos, aunque estemos cansados o ya ancianos, reavivemos nuestra esperanza, demos testimonio del amor de Dios que transforma el mundo y hace criaturas nuevas.
9. Andra Mariaren eliza honetan, bere oinetan, bere laguntza eskatzen dogu gure ibilbiderako. Bere Semeak indartu gaizala leialtasunean, eta sendotu daizala gure bihotzak, Barri Ona hitzez eta egitez zabaltzen jarraitu daigun.
En esta basílica, a los pies de nuestra Amatxo, renovamos nuestro amor a Ella. Estoy seguro de que cada uno podría contar el modo en que ha percibido esta compañía materna y amorosa en nuestro peregrinar. Le agradecemos de corazón su amor para con nosotros. Le pedimos que nos ayude a agradecer a Dios el inmenso don del orden sacerdotal que hemos recibido. Que esta celebración sea para nosotros un recomenzar desde Cristo. Una gracia de conversión para vivir en auténtica comunión fraterna. Un sentirnos reenviados, como los apóstoles a proclamar la Buena Nueva del amor de Dios. Un renovado compromiso misionero con nuestras Iglesias hermanas de África y América Latina donde muchos de vosotros habéis entregado una gran parte de vuestras vidas. Que el Señor reavive en nosotros el don que recibimos por la imposición de las manos de nuestro obispo y que nuestra vida sea siempre alegría y júbilo en la paz y en el amor de Cristo Jesús. AMEN.

Begoña, 28 de junio de 2010.