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01.03.2012

El obispo clausura el retiro del laicado con encomienda

Mons. Mario Iceta, presidió ayer la Eucaristía que puso punto final a los tres días de retiro en el que han participado una treintena de laicos y laicas con encargo pastoral en distintos ámbitos de la realidad eclesial diocesana.

El obispo agradeció el trabajo de este colectivo y les aseguro que cuentan con su absoluta confianza. Desde el Servicio de Acompañamiento al Laicado con Encomienda (SALE), se entiende esta oportunidad de retiro de tres días como algo que «después de años de realización, es una experiencia ya consolidada para el laicado con encargo pastoral y remuneración, a la que desde hace unos años se han ido incorporando también laico-as que realizan su servicio desde el voluntariado. Un espacio privilegiado para el encuentro fraterno y para compartir oración y celebración», explican.
En la Eucaristía, celebrada en la capilla del centro de espiritualidad de las Mercedarias misioneras de Berriz, Barnezabal, monseñor Iceta recalcó, al hilo del tema central de estos días de oración, que «toda acción de Dios se realiza desde la extrema debilidad y extrema pequeñez». Asimismo, apuntó la necesidad de que la tarea pastoral se lleve a cabo desde la comunión dado que no sólo es signo de Dios sino que «la división, cuando se produce, esteriliza el Evangelio». Por último, pidió para todos confianza y sencillez para «hacer un anuncio del Evangelio purificado toda adhesión superflua», desde la confianza y la convicción de que «el protagonista real de nuestra acción pastoral es Dios».
Al término del encuentro, Ana Díaz-Beitia y Luis María Vega, responsables del SALE, explicaban como «en esta ocasión, la experiencia de retiro ha servido para ahondar en la experiencia de debilidad, personal y de nuestra Iglesia diocesana, y la hemos contemplado desde la confianza en la fuerza amorosa de Dios que nos hace fuertes en nuestra fragilidad humana y comunitaria», añaden.
Ambos coinciden en que año a año estos días “nos sirven para seguir profundizando en nuestra identidad laical, en la acogida personal a la llamada de Dios a servir a la construcción del Reino y a la dinamización de la comunidad cristiana. Son días para poner nuestro ser y nuestro hacer en manos de Dios y de compartir nuestras alegrías, incertidumbres, inquietudes…Los que llevamos mucho tiempo participando siempre recibimos con gozo y alegría renovada la incorporación de nuevos laico-as que se suman a este espacio, al mismo tiempo que echamos en falta a los que por diversas razones no han podido estar».