Monseñor Adalberto Jiménez, que recientemente ha cumplido dos años de episcopado en Aguarico, acaba de regresar del Sínodo “nos llena de orgullo porque el Papa Francisco ha colocado la periferia en el centro”, afirmaba justo al comienzo del encuentro. Esta semana este religioso capuchino y obispo en Ecuador pasará por Bilbao para acercar lo que ha supuesto para él este acontecimiento “cuestión de toda la humanidad”, reconoce Monseñor Jiménez.
El vicariato de Aguarico, en Ecuador, fue confiado hace muchos años a una orden religiosa, en este caso los capuchinos, que llegaron en 1953. Allí dieron su vida Monseñor Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango y esta semana se volverá a recordarles, ya que están muy presentes en la vida del Vicariato del Aguarico, como figuras de todos los misioneros que han entregado su vida. Su nombre permanece en diferentes lugares y en su recuerdo se lleva a cabo una marcha anual desde Quito al Coca, sede del Vicariato.